El sueño abandonó su cuerpo y se levantó completamente desnudo de la cama. De los cajones del buró sacó una cajetilla de cigarrillos y se encendió uno. Le dio una profunda calada y salió al balcón.
El cielo lucía completamente despejado. No había una sola estrella acompañando a la luna. Recargó sus brazos en el barandal y clavó su mirada en la lejanía. El aire gélido le acarició su piel desnuda, erizandole todos los vellos del cuerpo.
Sentía una cierta punzada de incomodidad en su pecho. Una sensación de molestia que no lo había abandonado desde que se folló a la mujer en el baño del restaurante.
Kagura fue una de las tantas novias que tuvo en la universidad. Una mujer dispuesta, disponible e incondicional. Una mujer que, de cierta forma, compartían similitudes en cuanto a personalidades.
A ninguno de los dos les interesaba el sentimentalismo. Ninguno de los dos buscaban relaciones serias, compromisos a largo plazo. Kagura era libre como el viento y eso fue lo que lo atrajo.
Cuando Sesshōmaru se convirtió en un adolescente y probó por primera vez el coño de una mujer, no fue porque lo haya deseado. Su padre era un hombre déspota, tosco y desinteresado. Si comía o moria de hambre le daba lo mismo.
Su madre lo abandonó cuando solo tenía cinco años. Se fue, volando como una mariposa, de flor en flor. No le importaron los ruegos, las súplicas, las lágrimas de un pobre mocoso que lo único que entendía es que su madre se estaba yendo de casa.
"No llores por esa puta" le había gritado su padre mientras lo sacudía con violencia. Toga Taisho se ahogaba en el alcohol. Las mujeres desfilaban por su habitación como si fuese una pista de modelaje.
La nana, una mujer de edad, era la única que estaba ahí para él. Lo alimentaba, lo bañaba y todas las noches le leía un cuento pero Sesshōmaru no dormía. Se despertaba en medio de la penumbra de su habitación, asustado, con el corazón acelerado. Oía ruidos extraños a través de las paredes.
El tiempo fue pasando y fue creciendo. Se convirtió en un adolescente apuesto. El chico había heredado la belleza y el porte peculiar de los Taisho. Su cabello de largos mechones negros siempre sujeto en una coleta alta pero a su padre eso le molestaba.
Verlo, era como tener el reflejo de la zorra que lo abandonó, en frente de sus ojos. Y lo obligó a cortarse el pelo. Sesshōmaru había llorado de impotencia, de rabia. Lo odiaba.. odiaba profundamente al ser que lo engendró.
Cuando cumplió sus dieciséis años su padre lo encerró en una habitación, bajo llave, con dos prostitutas.
Las mujeres profanaron su cuerpo a gusto y antojo. Lo habían amarrado al cabezal de la cama para después someterlo. Mientras una jugaba con su miembro la otra lo obligaba a que le devorara el coño con la boca.
Esa misma noche, Toga había golpeado a la nana por defenderlo. La culpaba de que su hijo se estuviera convirtiendo en un sabiondo que vivía con la cabeza enterrada en los libros.
Y es que, a ese hombre no le interesaba nada que tuviese que ver con él. Lo veía como un mero objeto para descargar en él todo el odio que sentía por aquella maldita mujer.
Sesshōmaru había pasado vomitando toda la noche, sentado en el piso, con el chorro de la ducha, cayendole sobre la espalda y su cabeza. Se refregaba la piel con asco. Podía sentir el olor desagradable de esas mujeres. El sabor de sus fluidos en su lengua. Sus toques bruscos en todo su cuerpo.
La primera noche sin dormir y la siguiente... hasta que su cuerpo no resistió tanto desgaste físico. Estuvo hospitalizado dos semanas bajo el atento cuidado de su nana. No hablaba mucho y si lo hacía, era para pedir un nuevo libro.
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Red thread © [Sesshome]
FanfictionCuenta la historia que todos los seres humanos llegamos a este mundo con un hilo rojo invisible amarrado a nuestro dedo meñique que nos conecta con nuestras almas gemelas. El hilo del destino se puede tensar, enredarse más nunca romperse. Nuestros...