— ¿Qué te parece este?
— Hmp... Es muy básico.
— ¿Y este?
— Kagōme...— caminó hacia ella y la agarró de un brazo — ¿Qué pasa?
La azabache frunció los labios y agachó un poco la cabeza, ocultando su mirada cristalina con su flequillo. Sus ojos se clavaron en sus pies; más hinchados que el día anterior.
Sango se había percatado de ese tono desanimado, de esa mirada apagada y de esa expresión entristecida que venía reflejando desde las primeras horas de la mañana. Había sido idea de la castaña salir de compras. Pensó que tal vez sería una buena distracción para su amiga pero los resultados fueron todo lo contrario.
Kagōme salió de la tienda en silencio y entró a una cafetería. Sango la siguió y tomaron asiento frente al ventanal corredizo.
— Tengo miedo — confesó, mirando el ir y venir de las personas dentro del local.
— ¿A qué? — cuestionó con tono quedo. Le tomó una mano sobre la mesa y le dio un leve apretón.
— Tengo miedo de que Sesshōmaru se enamore de otra mujer.
Sango parpadeó rápidamente. Sus labios eran una fina línea recta. Se tomó el tiempo necesario para ordenar las palabras en su mente. Lo intuía desde hace un tiempo atrás.
Kagōme había subido mucho de peso por causa del embarazo. Sus pies estaban hinchados, motivo por el cual se le dificultaba elegir calzados al momento de salir.
La azabache se limpió las lágrimas con la manga de su suéter azul y tomó entre sus manos la taza de té humeante para beberlo sorbo a sorbo.
— Sesshōmaru tiene ojos únicamente para ti — expresó la castaña minutos después de un largo silencio — su mirada lo delata.
Kagōme sonrió enternecida por las palabras de su amiga y hermana. Últimamente las emociones la mantienen al borde del colapso. Comprende que es algo que no puede evitar pero le gustaría poder controlar.
Ya ha tenido muchas discusiones con Sesshōmaru por motivos insignificantes. El ojidorado ha hecho uso de todo su autocontrol para resistir pero la azabache intuye que poco a poco la paciencia de su futuro esposo se está agotando y tiene miedo.
Aún recuerda ese momento como si fuese ayer. Cuando tuvo el valor para hacerle saber de su estado. Recordó la expresión imperturbable en su rostro pero el terror más puro en su mirada. Sesshōmaru tuvo miedo. El pánico inundó todo su sistema. Se creyó incompetente. Pensó que sería un mal padre, un ser humano despreciable sin embargo con el pasar del tiempo y las palabras tan reconfortantes de Kagōme, fue cediendo.
Las paredes del baño eran las únicas testigos de los desplomes emocionales de la azabache. Ni siquiera tenía la suficiente confianza para derrumbarse frente a Sango. Comprendía que Sesshōmaru no tenía la culpa. Tantos traumas cargando desde su niñez, tantos monstruos acechando su tranquilidad. Kagōme tuvo que esforzarse y ser paciente. Le dio su espacio, le permitió huir un tiempo.
Sesshōmaru se encontraba en una etapa de su vida con la cual no podía lidear. El saber que la mujer que amaba había matado a su madre estando embarazada fue un golpe muy fuerte. Sintió miedo, rabia, impotencia... Kagōme no tenía por qué cargar con un pasado que era suyo sin embargo el presente lo lanzó a un mar de emociones embravecido.
Para Sesshōmaru; Kagōme era la persona más importante y la amaba. La amaba de una forma inexplicable. Ese sentimiento iba más allá de lo comprensible. Estaba metida en cada célula de su organismo. Era su complemento, su otra mitad. Y saber que dentro de ella el fruto de ese amor crecía, terminó de romper las pocas defensas que quedaban.
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Red thread © [Sesshome]
FanfictionCuenta la historia que todos los seres humanos llegamos a este mundo con un hilo rojo invisible amarrado a nuestro dedo meñique que nos conecta con nuestras almas gemelas. El hilo del destino se puede tensar, enredarse más nunca romperse. Nuestros...