Sesshōmaru regresó al despacho luego de asegurarse de que Kagōme se hubiera marchado. Bankōtsu se encontraba revisando los últimos contratos de ese día. Al oír el sonido de la puerta levantó la mirada de los papales. Se arrellanó en el asiento y una sonrisa jocosa se dibujó en sus labios.
— No te diré ni mierda — espéto el ojidorado al intuir sus intenciones. Se dejó caer en el sofá y se cubrió la frente con uno de sus brazos. Veía fijamente el techo de la estancia.
— Joder, creí que tu esposa sería Kagura pero vaya, que me he llevado una gran sorpresa.
El ojidorado resongó y se incorporó para fulminar con la mirada a su viejo amigo. Había contactado a Bankōtsu antes de regresar a Japón. El muy cabrón tenía dos años de haber renunciado a su cargo en el ejército y se dedicó de lleno a los negocios propios de la familia Yōhei.
Aunque nunca fue de su agrado hablar sobre sus asuntos personales con nadie para Sesshōmaru; el moreno era el más apropiado para desahogarse un poco. También estaba Kōga pero qué le diría ¿Qué se estaba cogiendo a su novia? Menuda mierda que causó y todo por no pensar antes de actuar pero es que hablaba tan bonito, tan bien de ella que no podía sacarla de su cabeza y menos ahora que la había probado, que lo amaba.
Justo esa confesión fue el detonante, la causante de que ese día hubiera salido del apartamento muy molesto. Sentía rabia, impotencia, amargura y tristeza. Si, Sesshōmaru de cierta forma se sintió mal porque no sabía cómo o de qué forma corresponder a ese sentimiento que nunca experimentó. Del cual solo oía más nunca lo vivió en carne propia. Su madre lo abandonó y para su padre sólo fue un objeto de venganza. Qué podría ofrecerle a Kagōme. Siendo ella una mujer soñadora, ilusa. De esas que anhelan un matrimonio, una familia, hijos. Sesshōmaru no podía darle algo que nunca obtuvo.
Y lo tenía claro, el distanciamiento era lo mejor, lo más conveniente sin embargo ese era el puto problema. No podía alejarse de ella. Lo intentó ¡por supuesto que si! Fueron cinco meses ¡cinco malditos meses! Días eternos, insoportables y lúgubres. Ni siquiera los esfuerzos de Kagura eran suficientes.
Sentía que había caído en un pozo profundo, lleno de pura melancolía. Esa punzada en su pecho no lo dejaba en paz, ni siquiera para dormir. Sus tripas se estrujaban al punto de no dejarlo digerir ningún alimento. Las noches eran largas, los días insípidos. El tiempo pasaba tan lento. Los negocios ya no eran un buen entretenimiento. La pensaba a cada momento, a cada minuto. Su voz, sus labios, sus caricias, su cuerpo bajo el suyo; gimiendo su nombre. Sus uñas arañando su espalda. Se rehusaba a aceptar que estaba jodido. No podía ponerle un nombre a todo eso que sentía en su interior pero las emociones eran intensas, avasallantes.
— Es la novia de Kōga — confesó con la mandíbula tensa y la mirada perdida en algún punto inexistente en la pared.
El rostro del moreno perdió el color. Su boca estaba abierta más no lograba formular alguna palabra. Estaba tan sorprendido que no sabía qué jodido decir. Sesshōmaru se echó el flequillo hacia atrás para después levantarse del sofá. Caminó hasta el minibar y se sirvió un poco de whisky. Se lo bebió de un solo trago. Bebió dos, tres y hasta seis tragos seguidos. Bankōtsu se pasó las manos por el rostro. Tan descolocado y con la mente hecha un torbellino de pensamientos con el mismo resultado.
—Habiendo tantas mujeres en el puto mundo...
— Ahórrate el discurso de moralidad — interrumpió molesto — me gustó y me la follé.
— Sesshōmaru, nos juramos que esto nunca pasaría ¡lo jodiste! ¡y todo por un coño cualquiera!
— ¡No te expreses así de ella! — exigió colérico. Lanzando el vaso contra la pared — fui yo quien la buscó ¡fui yo quien la obligó!
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Red thread © [Sesshome]
FanfictionCuenta la historia que todos los seres humanos llegamos a este mundo con un hilo rojo invisible amarrado a nuestro dedo meñique que nos conecta con nuestras almas gemelas. El hilo del destino se puede tensar, enredarse más nunca romperse. Nuestros...