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Kagōme entró al apartamento siguiendo sus pasos, en silencio y observando la inmensa sala. Las paredes estaban desnudas y los muebles eran pocos, solos los necesarios.

Recordó que Sesshōmaru solo estaría una corta temporada en la ciudad y si entender el por qué, su corazón se apretujó. Él se perdió en el interior de la cocina, mientras que ella optó por sentarse en uno de los suaves y cómodos sofá.

Se sentía un tanto insegura. Sus pensamientos eran contradictorios. Quería estar allí. Quería tener sexo con el amigo de su novio.

Tan descabellado que sonaba aquello pero tampoco podía tapar el sol con un dedo. Estaba cometiendo la peor bajeza de su vida. Estaba traicionando la confianza de un hombre, que si bien, no era perfecto,  pero la amaba profundamente y se desvivía, a su modo, por ella.

Cuando Kagōme se enfermaba, Kōga estaba ahí, con una bolsa llena de medicamentos. Cuando Kagōme no lograba reunir el dinero suficiente para enviarlo a su madre, Kōga lo completaba y hasta hacía el envío.

La relación no era la mejor, tenían altos y bajos como cualquier pareja. Sus gustos, su forma de ver la vida, su carácter rebelde y libertino era todo lo opuesto a su novio. Kōga ere reservado, meticuloso, educado y responsable. A veces se cuestionaba así misma, qué tanto había visto Kōga en ella, para que la amase tan profundamente.

De él sí podía esperar un gesto cariñoso, un ramo de flores, una cita... Con él sí podía vivir momentos clichés. Podía sentirse segura, única y amada. Aunque no fuese del agrado de sus padres, Kōga con sus atenciones intentaba enmendarlo.

A Kagōme realmente nunca le interesó la opinión de esas personas. No eran un obstáculo para la relación mucho menos lograban menguar el amor que sentía hacia ella a pesar de todo lo que hacían y decían. La misma Kagōme era quien le echaba mierda a la relación ¿Por qué? Porque se revolcaba con el mejor amigo de su novio.

Sesshōmaru apareció frente a ella con dos copas de vino. Se sentó a su lado y le ofreció una. Kagōme la tomó y se la llevó a sus labios para dar un sorbo grande. Se sentía la garganta seca. El líquido dulzón refrescó su estómago. Los nervios no le daban tregua. Él la desnudaba con la mirada. La devoraba entera. Se armó de valor para romper el tenso silencio entre ambos.

— ¿Cuándo te irás? — Sesshōmaru se humedeció los labios con la punta de su lengua. Ese gesto fue tan sexy en él que su vientre se contrajo.

Por su parte, se dio su tiempo para meditar la pregunta. La había llevado a su apartamento para coger no para entablar una conversación como si fuesen más que compañeros de cama. No quería que Kagōme malinterpretara las cosas. Mucho menos que se creara falsas ilusiones. Era solo sexo.

Ella era la novia de su amigo y él simplemente una ave de paso que solo le dejaría la experiencia como regalo.

Ella se mantenía expectante a su respuesta. Parpadeaba rápido y sus labios estaban entreabiertos. Suspiró profundamente mientras se tocaba el puente de la nariz.

Le jodía ser consciente del apego que se estaba formando entre ambos. Ya no solo se trataba de los cambios contradictorios de ella porque, si bien aunque se negaba a ceder, prácticamente, la obligaba a sucumbir a su pasión. Si no fuese un hombre tan terco, exigente y caprichoso, lo dejaría estar. La conoció, la probó, la folló como quiso ¿No era eso lo que quería desde que tomó el puto vuelo? ¿Destino? ¿Casualidad? No entendía ni mierda pero la vida lo quería joder.

— Quizá un par de días más — contestó con sinceridad.

Sesshōmaru no podía descuidar sus negocios. Era un cabrón con las mujeres pero responsable con su trabajo y con la empresa que exigía su presencia.

Red thread © [Sesshome]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora