Capítulo 20

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—Asilo político para mí y para mis hermanos —contestó Kaede sin vacilar—. Quiero que mi familia viva protegida en el mismo lugar pacífico por el que yo estoy dispuesta a sacrificarme a partir de ahora —sostuvo la mirada del Hokage sin pestañear—. Y también quiero la protección absoluta de Itachi Uchiha.

—¡Ni de coña! —gruñó Danzo en seguida, con la cara pegada al suelo—. No pienso mover ni un sólo militar por esa garrapata.

La Tomioka ya contaba con ello desde que Hideaki le hizo saber que probablemente no estarían interesados en desperdiciar recursos en un desertor. Por eso ella había acudido con la propuesta de una nueva alianza.

O cedían, o se jodían.

—Entonces, les deseo suerte a esos militares que no piensas mover para cuando aplasten esta aldea.

—Espera, espera —el Hokage alzó la mano cuando la Tomioka hizo amago de abandonar el despacho, y ella se giró de nuevo hacia él—. ¿Qué sucede con Itachi Uchiha? Él nunca ha necesitado nuestra protección.

—Mi padre ha descubierto que es un topo y se lo ha dicho a Akatsuki. Si no hacemos nada por él, lo van a ejecutar por traidor. En cambio, si me utilizáis como rehén antepondrán mi seguridad a su castigo porque mi padre busca mi poder. Sólo pido eso.

—Que te utilicemos como rehén... —Hiruzen se rascó la barbilla, pensativo—. Pero este tipo de alianzas se sellan de forma tradicional, deberías casarte con un shinobi de nuestra aldea.

—Me casaré con Itachi Uchiha, entonces.

—Ha dicho "un shinobi de nuestra aldea" —replicó el consejero.

—Itachi Uchiha, entonces —repitió Kaede y clavó la mirada en Danzo—. Porque, que yo sepa, él nunca dejó de trabajar para Konohagakure. Eso significa que, en realidad no le desterrasteis. Sigue siendo un ciudadano de pleno derecho ante la ley, ¿o me equivoco?

Hiruzen se la quedó mirando, asombrado por su capacidad para no mostrar miedo y defenderse ante dos políticos tan poderosos. Se notaba a leguas que Kaede era asquerosamente fuerte, tan sólo había que percibir su chakra para sentir el peligro, pero también estaba la posibilidad de que no saliera con vida de aquella oficina. Aun así ahí estaba, con los ojos hinchados de tanto llorar y un horrible mapa de lágrimas resecas por sus mejillas, dando la cara por un asesino que ni siquiera sabía si continuaba vivo.

A ella no parecía importarle nadie que no fuera aquel condenado Uchiha, y no sabía con exactitud si respetarla por ello o considerarla la mayor estúpida del mundo.

—No lo estarás considerando, ¿verdad? —bravó Danzo, malinterpretando su silencio.

—Si esta niña logra derrocar a su padre y convertirse en la líder de su clan, podremos tener la posibilidad de una nueva alianza —explicó—. Seamos francos, viejo amigo. Su alianza nos hace falta. Necesitamos más shinobis como Itachi Uchiha, él fue un sacrificio demasiado innecesario y un desperdicio de potencial que no nos podemos volver a permitir.

—Muy bien —Danzo enderezó el rostro como pudo para clavar una mirada gélida en Kaede—. Pero hasta que tomes el control de tu clan, vas a trabajar como una shinobi más de esta aldea. A partir de ahora formarás equipo en las unidades ANBU y te ocuparás de misiones de alto rango.

—Sin problema —accedió ella sin pensárselo dos veces—. De hecho, mis amigos ya me dieron el apodo perfecto. Podéis llamarme La Espiritista.

...

Definitivamente había accedido sin pensárselo dos veces. Kaede frunció el entrecejo, con la mirada perdida en el panorama de la aldea que se mostraba desde las colinas de las estatuas de los Hokage.

La Espiritista | Itachi UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora