Capítulo 21

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—¡Siento el chakra de Itachi! —exclamó Kaede con un grito ahogado.

El resto del escuadrón la miró, extrañados de que la Tomioka pudiera sentir e identificar el chakra tan rápido, pero ella también parecía sorprendida y asustada de sus nuevas habilidades. Kakashi, que había estado corriendo al frente desde que abandonaron el último tren, enarcó su única ceja visible.

—¿Está vivo?

—No lo sé... —la adolescente sintió un horrible temblor, y el pánico la invadió—. No lo sé, Kakashi, no lo sé, no lo s... —calló abruptamente al sentir una mano alrededor de su antebrazo, pero apenas pudo distinguir la figura de Sasuke con los ojos tan vidriosos.

—Lo está —le aseguró el Uchiha menor—. Tiene que estarlo, o yo mismo lo remataré.

Kaede tragó saliva y trató de dominar su respiración, o se ralentizaría y no podría seguirle el ritmo a los demás. Desde pequeña, siempre había estudiado en los dogmas de su clan que raras veces un alma perece cuando todavía tiene algo que hacer. Todos nacemos con un propósito, un granito de arena con el que seguir forjando el mundo, y no nos vamos hasta cumplirlo.

Por eso estaba en contra de los valores de los Tomioka acabar con vidas. Podrías matar a diez mil personas que se lo merezcan, pero nunca sabrás cuántas de ellas ya cumplieron el motivo por el cual nacieron. Quería pensar que aquella ley espiritual no escrita protegería a Itachi aquella vez. Ella no sabía cuál era el motivo por el que Itachi respiraba ni cuál era su propósito de vida, especialmente porque muchas veces ni siquiera la propia persona lo sabía, pero lo que sí tenía claro era que lo necesitaba.

Kaede sí tenía muchas cosas que hacer con él, mucho que consolarle, mucho que cuidarle y mucho que estar con él para demostrarle que todo podía estar bien. El alma de Itachi no merecía partir con un final así después de una vida tan trágica.

Se rehusaba a aceptarlo.

Y si Itachi ya había cumplido su propósito de vida y le tocaba morir, ella sería su siguiente propósito. Si no... Mierda, en ese mismo instante Kaede era capaz de volver al Bosque e incendiarlo.

—Ya estamos en Amegakure —informó Kakashi cuando los característicos lagos y puentes del lugar aparecieron por el horizonte.

La lluvia no tardó en recibirlos, y con ella la depresión que desprendía aquella aldea. El terreno era muy extenso de por sí, pero realmente parecía infinito por lo laberíntico y sobrecargado de edificios que se veía desde fuera. Kaede unió las cejas. ¿Serían capaces de encontrar la base de Akatsuki allí?

—Akatsuki tiene muchos escondites —informó Kinoe, como si le hubiera leído la expresión—, pero algunos están al aire libre así que en caso de que se encuentren allí será fácil verlos.

Están al aire libre —afirmó Kakashi—. De otra manera, no habríamos sido capaces de percibir el chakra de Itachi desde tan lejos.

Espiritista —Sasuke la miró mientras corría a su lado—, tú pareces reconocer su chakra mucho mejor. ¿Podrías guiarte por él?

Kaede asintió, y se adelantó a los demás para ir en cabeza. Por supuesto que podía percibirlo, con los cinco sentidos además. De manera que se dejó guiar por su instinto, por aquel inmenso imán que lo atraía a Itachi con aquella fuerza tan dulce y descomunal, y su velocidad aumentó considerablemente. La Tomioka comenzó a moverse por el plano haciendo parkour con una destreza aterradora, como si estuviera siendo propulsada, y sorteaba todo lo que se cruzaba en su camino con envidiable maestría: edificios, personas, puentes, postes, cables...

El resto de su escuadrón hizo su mejor esfuerzo por seguirle el ritmo, y, aunque no pudieron gritarla que fuera más despacio por no echar el sigilo a perder, si chasquearon las lenguas. Debían admitirlo, ella se movía de forma excelente.

La Espiritista | Itachi UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora