Capítulo 13

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Espantapájaros —lo llamó Danzo, y el nuevo adolescente respondió un firme "Sí, señor"—. Estoy seguro de que te acordarás de la Comadreja, tu antiguo compañero de las unidades ANBU.

Aquel joven apodado Espantapájaros expandió ligeramente los ojos con sorpresa. Sí, era cierto que se había dado cuenta de que últimamente ya no hacía misiones con la Comadreja, pero no sabía que aquel agente con el que había trabajado tantas veces era Itachi Uchiha.

Ningún miembro ANBU conocía jamás las identidades de sus compañeros, de ahí los extraños apodos con los que les llamaban en sus horas de servicio. Pero el Espantapájaros sabía que la Comadreja utilizaba el Sharingan, así que simplemente le había dado por muerto en cuanto ocurrió la masacre Uchiha.

—Le recuerdo, señor —contestó el ANBU.

—Y ella es... —Danzo se volvió hacia Itachi, espectante a que le dijera el nombre de su amante.

—Osaki Kaneko —se inventó Itachi en seguida, avispado.

—...La novia de la Comadreja —añadió el anciano—. Es nuestro deber otorgarle asilo político tras una guerra que hemos ganado. Así que, en lo que se hace a las costumbres de nuestra aldea, tú serás su guía. Dentro y fuera de tu horario de servicio.

Itachi frunció el ceño, pero no dijo nada. Incluso fuera de servicio. Danzo le estaba dejando saber de forma descarada que la tendrían vigilada en todo momento, pero no era algo que no se esperara ya.

A diferencia del Espantapájaros, que acababa de descubrir quién era la Comadreja, Itachi sí sabía perfectamente que quien tenía delante era Kakashi Hatake, el único usuario del Sharingan que quedaba en las Unidades ANBU, y el candidato perfecto para servirle como una posible amenaza y contrarrestar el poder ocular del propio Itachi.

Era el guardaespaldas perfecto para Kaede.

—Entendido, señor —contestó el Espantapájaros y se acercó a los dos menores, deteniéndose justo delante de la Tomioka—. Un placer, Kaneko.

Cuando la chica lo tuvo frente a frente, se dio cuenta de que bajo aquella singular máscara solo podía ver uno de sus ojos, y un solo ojo bastaba para intimidar tanto. Un solo ojo que la miraba con una firmeza que dejaba claro que no le tenía una pizca de miedo ni a sus propios superiores, ni al mismísimo Itachi Uchiha.

Un ojo rojo como la sangre que parecía brillar de manera imposible desde las sombras. En el otro agujero, el ojo estaba tapado con un parche, por lo que ella ni siquiera le prestó atención. Todas sus alertas estaban activadas por el ojo rojo: un Sharingan.

No... No era posible. Kaede tragó saliva con dureza, tratando de controlar el miedo que revolvió sus tripas.

Solo quedaba un Uchiha en Konoha, el hermano de Itachi, y era bastante más pequeño que aquel tipo. El Espantapájaros parecía un adolescente más adulto, quizá rozando sus veinte.

¿Quién era él, entonces? No lo sabía, y la Tomioka se sintió expuesta a un peligro por el que no quería volver a pasar, de modo que retrocedió varios pasos, completamente incapaz de dominar el miedo. El Espantapájaros le dedicó una mirada algo sorprendida, pero no dijo nada.

Kaede dirigió a Itachi una fugaz mirada de preocupación, cargada con miles de preguntas, pero no le dijo nada al ANBU.

Y el ANBU tampoco esperó respuesta de su parte. Se limitó a sortear a la Tomioka y caminar hacia la puerta, dejando claro que la chica debía seguirle. Ella le dio la espalda al escritorio del Hokage, sin moverse de su sitio, y entonces escuchó la suave voz de Itachi desde algún rincón de su cabeza:

La Espiritista | Itachi UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora