Como si el famoso refrán que reza que después de la tormenta viene la calma, se hubiera hecho ley esa noche, la boda, a la que habían asistido conocidos de los Stewart de casi todo el continente, se realizó en medio de un ambiente tan armónico y alegre como la mismísima novia ataviada de blanco con mil sueños por cumplir.
El hombre que esperaba ansioso en el altar, con flores rosas y blancas adornando cada espacio de la iglesia, también parecía haber transmutado su rostro durante aquella ocasión, o eso pensaba Halina, quien solo lo había visto una vez en las engorrosas circunstancias de la visita de ambos a Elliot hacía más de un año.
Elliot, por su parte, —dado que a Hannah le había parecido una idea perfecta que él la entregara a su futuro esposo junto a su padre—, iba del brazo izquierdo de su hermana menor, a pesar de lo mucho que se había quejado de lo ridículo que sería ser escoltada por dos personas.
Las manos de Hannah temblaban con violencia mientras seguían caminando, y Elliot las acariciaba con cariño intentando tranquilizarla. La quería tanto. Una parte de él se alegraba de que su salud mental fuera el precio que se tuvo que pagar para que ella tuviera una vida plena.
Cuando al fin llegaron ante el novio y debían entregarla, fue evidente para todos los presentes que dejarla ir fue más difícil para él que para su sonriente y orgulloso padre.
Ver a aquel par marchar de regreso a sus asientos tras haber completado la tarea, era como contemplar a dos versiones atemporales de la misma persona. Elliot llegó al asiento junto a Halina, y picándole el costado para que dejara de reírse, le pidió que le explicara qué le causaba tanta gracia, desistiendo de ello al notar que su madre también se reía por lo bajo a un lado de ella.
Al verlas allí, tan juntas, Elliot comprendió que tenía algo de cierto eso de que uno buscaba de forma inconsciente una pareja similar a su padre o madre. Eleanor y ella eran amables, comprensivas y sufrían en silencio tras una tenue sonrisa, una sonrisa silenciosa que pretendía contener dentro de ellas la tormenta, para que todo a su alrededor gozaran de paz.
La ceremonia religiosa transcurrió de manera apacible, y al trasladarse al salón donde celebrarían la fiesta, bailaron un par de vals e intercambiaron sonrisas y palabras de aliento para la novia y el novio, siendo Elliot quien terminaba acaparando la atención de los presentes que, por alguna u otra razón, parecían ansiosos por hablar con él y enterarse de cuál había sido el destino del hijo mayor de la familia tras el apresamiento de su verdugo.
Harto de las mismas preguntas y vacías felicitaciones, Elliot se excusó con Halina de necesitar ir al servicio y se escabulló entre los presentes con indisimulada celeridad. Halina fue en su busca al ver que no regresaba, pero no fue capaz de encontrarlo en ningun lugar de aquel espacioso recinto.
El parqueo del salón de ceremonias fue el último paraje en el que se le ocurrió buscar. Su corazón dio un vuelco al ver una estela de humo provenir de detrás de un frondoso y solitario árbol y reconocer los suspiros que venían de la persona que encendían su tercer o cuarto cigarrillo de la última hora, a juzgar por las colillas aplastadas en el suelo cerca de sus pies.
Elliot palideció al verla, e intentó ocultar lo que había estado haciendo, pero el hedor a humo ya estaba impregnado en su ropa y en su conciencia.
—Halina, yo...
—Solo aguanta un poco más, regresaremos a casa pasado mañana. Estarás bien.
El abrazo de Halina, quien temblaba tratando de controlar sus sollozos, no hizo más que herirlo de manera aún más profunda. Quería garantizarle que aquello se le iba a pasar, que volvería a ser la persona que conocía en cuanto pisara suelo canadiense; pero no era así cómo se sentía.
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Más Allá del Estigma
RomanceDespués de los sucesos ocurridos en "Estigmas más allá de la piel" la relación de Elliot y Halina parece avanzar sin contratiempos, pero la visita a los padres de Elliot, para asistir a la boda de Hannah, revive viejos traumas y heridas latentes. ¿E...