Capitulo 10

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En mi más profunda inocencia creía que los acontecimientos del día anterior no iban a ser una costumbre. Tenía asumido que la princesa tenía sus propios deberes que atender y no iba a poder permitirse este tipo de "entretenimiento" a diario, lo que dejaba un sabor agridulce en mi boca. Me daba pánico que me descubriese frente a una de las pocas, o única persona, que no me había juzgado desde que llegué aquí, pero a la vez disfrutaba de la adrenalina y de la farsa que ambas estábamos llevando a cabo cada vez que nos tocaba presentarnos ante las personas.

Lo sucedido ayer durante la clase no fue más que una muestra de que ambas estábamos listas para pelear si era necesario, y que, además, éramos buenas en ello. Deira era una gran adversaria, pero no iba a poder conmigo, no tenía en cuenta el factor de que me divertía verla fuera de su zona de confort.

Si algo respetaba, era toda mención sobre mi apellido y mi origen, no estaba dispuesta a mostrar frente a Layla cuál era la relación que nos unía. Tanto para ella como para mí, era conveniente ocultar ciertos detalles mientras Layla no preguntara.

El desayuno fue muy parecido al que nos sirvieron el día anterior, con gran variedad de frutas y panadería donde elegir. Al sentarme hice una rápida visual de lo que había sobre la mesa, lo cual fue rápidamente apartado y reemplazado por la idea de lo que podría salir de la clase de hoy. Deira como profesora no era una imagen fácil de imaginar, pero desde luego sí que era entretenida.

Cuando la princesa llegó a desayunar, la seguí con la mirada hasta su asiento. El verse obligada a hablar sobre su conocimiento en plantas parecía que le había molestado en cierta medida, no hubo una interacción parecida en nada a la que hubo ayer, no me miró, no se acercó y, por supuesto, no me rozó siquiera.

El camino a la biblioteca fue parecido, ambas caminamos en silencio hasta llegar a las puertas, donde nos esperaba una Layla emocionada.

—Buenos días, ¿estáis listas, mis maravillosas alumnas? Aunque hoy la alumna soy yo.

—No he pegado ojo en toda la noche pensando en la lección de hoy.

Exagerar las emociones había sido un gusto adquirido de Yasen, que era aún más sarcástico que yo si le proponía. El humor del norte era áspero e incluso cruel, riéndonos de nuestras propias desgracias con tal de reírnos a carcajadas.

—Espero no decepcionarte. —Supe que Deira solo se refirió a Layla con su comentario, mi opinión le importaba más bien poco.

Con los primeros pasos de Layla, Thot, que estuvo todo el tiempo en su hombro, emprendió el vuelo por encima de nuestras cabezas.

Las tres comenzamos el paseo por el camino empedrado de la parte trasera del palacio, rodeadas por arcos de enredaderas verdes y árboles de un olor dulce, fresco y cítrico. Elevé la vista para ver las flores blancas que adornaban estos árboles y también caían a nuestros pies, de ahí provenía la fragancia.

—Es azahar, la flor del reino. Estos son naranjos que no solo sirven por sus frutas, sino que sus flores también se emplean en fragancias e infusiones para los problemas digestivos, menstruales, desmayos e insomnio.

Alcé las cejas sorprendida por todos los usos que se podía usar a algo tan simple y bello. Deira también miraba las flores blancas de los naranjos. La imagen de la princesa extendiendo la mano para alcanzar una quedó guardada en mi retina para el resto de mi vida.

—En unos días las recolectarán, aún están frescas y recién florecidas.

—¿Dijiste que también sirve para el insomnio? —pregunté sin querer dejar la ocasión para resolver mi cuestión.

—Estas y otras más, pero sí, es muy efectivo.

Preferí no preguntar más para no recibir otras preguntas de vuelta. Mi insomnio crónico se mantendría en un segundo plano por más tiempo.

Flor de InviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora