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La cabaña era hermosa y estaba en frente del mismo océano, claro y salvaje, tal como lo era Porchay. Tenia ventanales trasparentes, muebles a la moda, le gustaba... también dispositivos electrónicos como televisores de la mejor tecnología, cortinas plegables, todo tipo de artilugios para la cocina, cuando descargaron las maletas en medio del saloncito, Porchay sonrió ampliamente.
– Creo que le diré a Porsche que vengamos el próximo verano – comentó alegremente
– Qué lindo – ironizó – Concéntrate – replicó Kim pasando por su lado – No estamos de vacaciones.
Chay ladeó la cabeza – ¿Desde cuando te nombramos "jefe"?
– Si, no lo recuerdo – comentó Wolfgang – ¿Yo vote por ti? Porque de ser así, me arrepiento y lo retiro.
Kim no lo miró mientras avanzaba hacia las persianas y las cerraba – De donde vengo un grupo siempre tiene un líder para asentar las jodidas ideas. No espero que estén de acuerdo, es una decisión tomada – replicó, ahora sí los miraba – Haremos una base de control por allá, y lo demás, lo planearemos después.
– Es verdad que no sabes trabajar en equipo – comentó Wolfgang abriendo el baúl pequeño lleno de municiones –
Kim comenzó a organizar cosas encima de la isla de la cocina, Chay se sorprendió la gran cantidad de navajas, cuchillos y dagas que tenía – Nunca he necesitaba a nadie – dijo finalmente Kim.
– Mm – Chay se sentó en un taburete analizando cada artefacto afilado – Nosotros tampoco y sin embargo sabemos cómo tratar a las personas, es simple... tu eres amable y yo seré amable, tu eres una mierda y yo también lo seré, es simple comportamiento humano.
– No encuentro fallas – dice Wolfgang casi emitiendo una sonrisa que Chay observó por el rabillo de su ojo. Bonita, bonita sonrisa.
El pelinegro lo miró y colocó ambas manos en la isla, inclinándose hacia él, Chay se quedo en su lugar con los ojos chispeantes y una sonrisa ligera en sus labios, la presencia de Kim no iba a intimidarlo ni en esta, ni en otra vida.
– Me alegro por ti, pero... ahora mismo quiero coserte esa boca tan bonita tuya, por favor, no me obligues a hacerlo – comentó Kim y antes de que Chay pudiera replicar sobre lo que dijo, se alejó – Apinya se está quedando en la cabaña diez, a cinco de nosotros, así que...
– Así que entraremos en la noche, lo amordazamos y ya está – dijo Wolfgang limpiando el cargador de su glock mientras ponía sus largas y torneadas piernas musculosas encima de la mesita de centro.
Kim achiquitó los ojos y se colocó las manos en las caderas presumiendo inconscientemente los músculos de sus brazos, Chay honestamente pensó que si no fueran enemigos seguramente serian para él los tipos más atractivos del jodido mundo, si no fueran enemigos, repito.