15-Noviembre-2023

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Mis lágrimas, fieles compañeras de mis noches más oscuras, caen en silencio como las gotas de Iluvia que empapan mi alma. Sé que no pueden resolver todos los problemas que me agobian, pero las derramo como un tributo a mi propia fragilidad.

Cada lágrima que se desliza por mis mejillas es una pequeña muestra de la tormenta que agita mi interior. Lloro no por debilidad, sino como un acto de valentía. Porque enfrentar la verdad de mis problemas es un viaje doloroso pero necesario.

Mis lágrimas son el eco de mis penas, un lamento silencioso en medio de la noche. Son el testimonio de mis luchas internas, de los dilemas que me asaltan y de los miedos que me atenazan. Pero también son una señal de que estoy dispuesta a confrontar mi propia realidad.

Sé que no basta con llorar para resolver mis problemas. Las lágrimas no son un bálsamo mágico que cure todas las heridas. Pero son un primer paso, un acto de liberación que me permite reconocer la carga que llevo sobre mis hombros.

Así que seguiré llorando cuando sea necesario, porque en cada lágrima encuentro fuerza para seguir adelante. No importa cuán pesados sean mis problemas, estoy decidida/o a enfrentarlos con determinación y coraje. Mis lágrimas pueden ser un símbolo de tristeza, pero también son un recordatorio de mi capacidad para resistir y perseverar.

Esté será mi viaje sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora