Mi vida se trata de máscaras de fortaleza y valentía, me encuentro desgarrada por la ironía de las palabras. Cada vez que alguien me dice "eres muy fuerte", siento cómo una grieta se forma en mi fachada, dejando al descubierto el abismo de mi dolor oculto.
La carga que llevo, invisible para quienes solo ven la superficie, pesa como un ancla en mi corazón. En medio de elogios bienintencionados, las lágrimas amenazan con escapar, porque detrás de mi aparente fortaleza se esconde un desgaste que va más allá de lo visible. Si tan solo supieran cuánto me cuesta mantenerme en pie, cuántas noches de insomnio y cuántos días de agotamiento componen mi realidad.
Cada palabra de elogio se convierte en un eco doloroso de la lucha interna que libo dia tras dia. La fortaleza que elogian es solo un mascara, nadie me ve Ilorar, nadie me desesperada por la voces que mi mente produce, nadie ve cerrar mis ojos y después de tres horas volverlos abrir porque no logro dormir, nadie pasa por qué que yo paso, Pues si a eso se llama ser fuerte. Yo soy fuerte.
Cada día que pasa trato de lidiar con mi dolor interno, que muy pocos lo perciben y muy pocos lo entienden.
La fortaleza percibida y la vulnerabilidad oculta, me sumerje en un mar de emociones contradictorias. Anhelo que alguien entienda que las lágrimas no son signo de debilidad, sino una válvula de escape para la presión acumulada en el silencio de mi lucha.
Asi, entre elogios y anhelos de comprensión, navego por la dualidad de ser percibido como fuerte mientras me desintegro en la fragilidad interna que pocos pueden vislumbrar.