Roier subió hacía su departamento, notando como el gran camión de mudanzas que se encontraba frente a los condominios de donde vivía descargaban una variedad de muebles mientras los hombres eran dirigidos por un hombre más joven y que tenía una bebé entre sus brazos. Le sorprendió ver movimiento, la zona era muy poco reconocida y ver que habría un inquilino nuevo en el edificio causaba cierta intriga, sobre todo cuando este hombre se veía sumamente joven, de buen porte y con una bebé que casi se fusionaba con su pecho de tal manera que la protegía contra su cuerpo.
Pasó de largo hasta los ascensores, presionando el botón de su piso hasta que se cerraron las puertas. Repasó lo que tenía que hacer el resto del día, acababa de llegar de su trabajo y solo pensaba en tomar un almuerzo rápido antes de enfocarse en sus pendientes; si no se encontraba demasiado cansado, a lo mejor iría a caminar a los alrededores antes de ducharse y dormir, eso sonaba bien para él.
Tan pronto como entró a su departamento, dejó las cosas en la mesita de entrada y caminó directamente a la cocina en busca de qué comer, siendo a partir de ahí un borrón rápido del resto de su tarde.
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Roier volvió a salir de su departamento por la tarde, dispuesto a ir por un rato a caminar antes de poder descansar. Cuando cerró la puerta detrás suyo, observó como la puerta de al lado se abrió y se sorprendió de ver al nuevo inquilino salir por ella, diferente ropa pero con la bebé aún en sus brazos mientras procuraba maniobrar entre la pañalera, la bebé y las llaves para cerrar su departamento.
—¿Necesitas ayuda?—Se acercó con paso cauteloso a ellos, sonriendo.
El hombre giró su rostro para verlo con cierta sorpresa.—Oh, te lo agradecería mucho.
Ayudándole con la pañalera, pudo por fin insertar la llave en la cerradura y ponerle seguro a la puerta, guardando el manojo de llaves en su bolsillo antes de volver a colgarse la gran pañalera y sonreírle en agradecimiento.
—Te lo agradezco mucho, sigo adaptándome a esto.—Parecía apenado con su situación, a lo que Roier negó.
—No hay nada qué agradecer, es un placer ayudar.—Señaló con su dedo su departamento, detrás suyo.—Por cierto, vi en la mañana que te mudaste recientemente. Soy Roier, tu vecino de acá a lado, me alegra ver que te hayas mudado, espero que el vecindario sea de tu agrado.
—Muchas gracias, y es un placer conocerte, Roier. Mi nombre es Cellbit, eres el único que me dio la bienvenida hasta el momento, me he encontrado con otros vecinos pero no pareció que les haya agradado.—Confesó con una pequeña mueca, percatándose Roier de lo expresivo que era con cada palabra.
—Te acostumbrarás, tengo un largo tiempo viviendo aquí y son contadas las personas con las que he podido conversar desde que llegué al edificio. Cualquier cosa que llegaras a necesitar solo toca mi puerta, estaré encantado de ayudar, ahora tengo que irme pero te doy la bienvenida una vez más.—Sonrió de manera cálida, tomando distancia.
—Lo tomaré en cuenta, gracias. --Agradeció una vez más antes de verlo partir por las escaleras, mientras él se dirigía hacía el ascensor, aún arrullando a su hija entre sus brazos.
Al no tener un trabajo para el cual mantenerse, una casa que necesitaba demasiada atención que no podía dársela ahora y teniéndola que vender para poder mudarse a un espacio más reducido y que no le costara tanto para mantenerlo mientras conseguía un trabajo para sobrevivir, había dado en ese vecindario que si bien era un tanto tranquilo, no estaba en sus estándares en realidad.
No se quejaba, parecía un tanto tranquilo, pero desde que puso el primer pie en el lugar se sintió como un bicho raro y quería correr lejos de ahí. Lana no volvió a contactarlo, sus padres no sabían a donde se había ido y aunque lo supieran no pensaba en decírselo, diciendo que era su culpa por ahuyentar a su hija de esa manera. No buscaba culpables, solo quería respuestas que despejaran todas sus dudas y saber si él hizo algo que la aterrorizara para huir, solo quería explicaciones y las merecía, pero todos parecían señalarlo como el responsable de la situación.
—Vamos a hacer el mandado, aunque básicamente sólo me preocuparé por comprarte lo que te haga falta hasta que pueda conseguir un trabajo y yo veré cómo sobrellevarlo.—Cellbit habló mientras su bebé mantenía los ojos cerrados, aún sin comprender lo que su padre le decía. El hombre sonrió enternecido de verla tan cómoda contra su pecho y besó su frente con cuidado, asegurándose de que su gorrito siguiera cubriéndole lo suficiente antes de que el ascensor se abriera en la primera planta.
Por lo menos aún conservaba su automóvil, pero sabía que era de uso limitado si pensaba que debía hacer rendir la gasolina, por lo que lo usaba para casos que implicara trasladar a su bebé. Asegurándose de que estuviera bien acomodada en el asiento trasero, cerró la puerta con cuidado para no despertarla y subió al asiento del piloto, dispuesto a salir de ahí.
Tenía días sin dormir, sentía que si se permitía cerrar sus ojos solo por un momento no podría reaccionar en caso de que Lía lo llamara; tenía miedo de dormir y no estar ahí, que algo malo sucediera mientras él había ido a descansar. El miedo lo recorría constantemente, pero también era consciente de que si seguía con ese ritmo, su cuerpo le exigiría de mala manera un descanso y no sabría como reaccionar.
En todos los lugares a los que había pedido el puesto vacante lo habían rechazado tan pronto como les decía que tenía una bebé y que debía de ver por ella, como si por ello tuvieran que hacerlo de menos. En dos ocasiones ya estaba firmando contrato cuando le cuestionaron sobre si tenía pareja, cuando relató brevemente que estaba soltero y con una bebé, le habían retirado la pluma y habían asegurado llamarlo en los próximos días.
Jamás lo llamaron, tampoco se aferró a esas llamadas.
Los gastos para su bebé era excesivamente altos, su hermana le ayudaba en cada oportunidad que podía para recomendarle ciertas marcas o tips que pudieran hacerle útil, pero tampoco creía justo solo apoyarse en ella cuando ya tenía a su familia, ella debería de concentrarse en su propia familia y no dejarlos a un lado solo porque él es un padre primerizo. Él podría con ello, solo era cuestión de tiempo para que pudiera adaptarse y de ahí pudiera hacerlo bajo su cuenta.
Hacer el mandado había sido más difícil de lo que creyó; maniobrar entre el carrito, agarrar las cosas que tenía que comprar para surtir la despensa, escoger entre una gran variedad de pañales, cuidados y alimentación para su hija era más laborioso de lo que creía, sin contar que su bebé comenzó a llorar de forma inquieta entre sus brazos, mirando apenados a las personas que pasaban y lo miraban por no poder tranquilizarla hasta después de unos minutos cuando comprendió que se encontraba hambrienta.
Terminó de hacer el mandado de manera rápida, teniendo prisa por llegar al departamento y poder alimentar a su bebé. Había logrado arrullarla por un rato más de camino a su hogar, mirando por el retrovisor en cada oportunidad que podía para asegurarse que estuviera tranquila hasta poder llegar. Lo que no imaginaba era que iba hacer la última vez que la viera tan tranquila hasta que se desatara llorando y no hubiera quien pudiera calmarla por largas horas interminables.
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Save my life | Guapoduo
FanfictionDonde Cellbit es abandonado por la mujer con la cual pensaba formar su vida entera en ella, dejándolo a cargo de una bebé recién nacida ; o en dónde Roier, su vecino del departamento 511, lo ayuda a cuidar a su pequeña bebé después de que la primera...