Capítulo 16.

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Cellbit había salido totalmente disparado de la oficina. Si bien recibió un mensaje de Roier asegurando que se sentía mejor, eso no quitaba la preocupación que sentía y las ganas de comprobar por su cuenta sobre lo que decía era cierto.

Lía se encontraba en su portabebés cuando Cellbit estacionó en el lugar de siempre, haciendo la misma rutina de bajar todo y acomodar a Lía contra su cuerpo antes de caminar hasta el ascensor, presionando el botón de su piso mientras su pie se movía contra el piso para tamborilear ante sus nervios crecientes.

Las puertas no se abrieron lo suficientemente rápidas para él, aferrando con un brazo a Lía contra su pecho y con su mano libre cargando el maletín y la pañalera, estaba tan concentrado en caminar hasta la puerta de Roier que no se percató del chico que estaba primero que él.

Y no negaría que aquella sensación en la boca de su estómago no se instaló al ver aquel rostro conocido, aquel chico con el que Roier había tenido una cita y que recordaba como su compañero de trabajo.

Leo sonrió con cierta sorna en su rostro.-Buenas tardes.

El saludo no le pareció en absoluto, manteniendo una distancia prudente.-Buenas tardes, ¿Qué haces aquí?

-Oh, bueno, vine para comprobar que Roier estuviera bien, me preocupó como se fue el otro día cuando salió temprano del trabajo.-Contestó de manera sencilla, evidenciando un ramo de flores contra su pecho.

Cellbit tragó, ¿Debió de haber traído algo consigo? Probablemente unas flores hubieran estado bien para su encuentro, junto con una tarjeta que indicara sus buenos deseos para que se recuperara más pronto. Estaba por decir algo más cuando la puerta se abrió, un energético Roier dándoles la bienvenida.

-¡Te estaba esperando!-Roier mencionó con cierto tono alegre y con una sonrisa plasmada en su rostro, hasta que esta decayó al percatarse de quién era.

Pensando que por la hora en la que tocaban su puerta se podía tratar de Cellbit, se había apresurado desde la cocina para recibirlo con cierta emoción en su rostro. Después de hablar con Noah y escuchar sus consejos, se limitó a preparar el platillo favorito del castaño junto con un delicioso postre que él mismo había amado por su sabor, sin poder esperar para poder comerlo. Pero ni en sus más lejanos pensamientos creyó posible la idea de que, en lugar de estar recibiendo a Cellbit con tanta emoción, se tratara de Leo, el cual le mostraba una gran sonrisa en su rostro y le tendió un ramo de flores en su dirección.

-Hola, Roier. No creía que me esperabas, pero me alegro poder llegar hacia ti.-Comentó con un brillo en sus ojos, sintiéndose extasiado por el momento.

Roier giró su rostro al percatarse de la presencia de Cellbit a solo un par de metros de donde Leo se encontraba, mirándolo con una mirada neutra, pero en sus ojos demostraba todo lo contrario. Tragó en seco, queriendo decir que solo lo estaba esperando a él, pero Leo seguía hablándole que solo le estaba provocando un palpitar en sus sienes.

-¿Cómo te sientes? Te ves mucho mejor al último día en que te vi, te extraño en el trabajo. La florería no es lo mismo si no estás ahí, espero que te sientas mejor para ir, me gusta pasar el tiempo en el trabajo contigo.-Seguía murmurando, a pesar de que pasaba por alto lo ignorado que estaba haciendo por el pelinegro al seguir viendo al castaño sin saber que decir.

No había sido nada malo, solo debió de mirar primero de quién se trataba antes de saltar emocionado a la persona incorrecta. Entonces, ¿Por qué se sentía mal? Ya no se trataba del dolor de manera física y de enfermedad, sino un dolor como si le estuviera haciendo algo malo al castaño mientras se aferraba a su bebé contra su cuerpo.

-Cellbit...-Murmuró, dando un paso hacía él.

-Roier, realmente me alegro que te sientas mejor, me preocupaba que tuvieras una recaída.-Murmuró antes de señalar con una mirada a sus brazos ocupados.-Vengo del trabajo, así que, si me disculpan, tengo que llegar a mi departamento. Nos vemos, Roier, avísame si sigues sintiéndote mal.

Cuando pasó de largo a Leo, fue el momento de actuar para Roier, enfocando su mirada en la tercera persona no deseada.

-¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que había sido claro la última vez que nos vimos.-Cuestionó con el ceño fruncido, disgustado.-No tienes un poco de dignidad para evitar venir a verme y fingir que todo está bien. Leo, en verdad quiero que me dejes en paz o tendré que recurrir a otro tipo de alternativa que sé que a ninguno de los dos nos gustará, no me sigas buscando, no vengas a mi departamento o creas que somos más que compañeros de trabajo porque es la única manera que puedo tratar contigo en estos momentos, pero no quiero que me sigas buscando fingiendo que todo está bien entre nosotros.

-Pero, Roier...-Mostró una expresión de confusión, soltando una risa nerviosa.-Acabas de decir que me estabas esperando, deja de decir ese tipo de cosas.

-Porque no era para ti, ¿Cómo siquiera podría imaginar que vendrías a verme? Nunca fuimos tan cercanos como para pensar en que te tomarías la molestia de venir hasta acá, si realmente te preocupara por lo menos me hubieras mandado un mensaje, con eso bastaba para saber de mi estado de salud.

Cellbit observaba el intercambio de palabras desde su puerta, ciertamente extrañado con todo ello. Si bien Roier no había mencionado palabra alguna sobre aquel chico, no negaría que le estaba desconcertando no entender la posición en la que estaban, mientras Roier quería hacer ver a Leo su evidente molestia, el chico parecía inclusive herido con sus palabras como si no supiera de que estaba hablando.

-Por favor, te pido que te vayas de la mejor manera. No quiero que sigamos jugando este juego absurdo que no tiene siquiera lógica, fui claro con lo que dije antes de irme del trabajo y no pienso retractarme, déjame vivir mi vida, no estás incluído en ella y no pienso que cambie todo ello si sigues insistiendo de esta manera. Así que vete, borra de tu memoria donde vivo, borra todo lo que creas tener de mí porque solo estoy limitándome a hablarte de una manera profesional como compañeros de trabajo, no esperes más de mi parte.

Leo no habló, totalmente rechazado y despreciado por las palabras ajenas, solo se limitó a caminar hasta el ascensor, abriendo sus puertas a tiempo que presionó el botón de la primera planta antes de subir sin siquiera verlos. Roier soltó un suspiro y se recargó en la pared detrás suyo, sintiendo una mirada en él antes de recordar que cierto azabache seguía ahí.

-¿Estás bien?

Se encogió de hombros.-No esperaba que las cosas sucedieran de esta manera. Pero si debo de ser sincero, la persona que estaba esperando es a ti, no a él, jamás lo esperaría él.

Algo en su pecho se removió ante sus palabras.-Está bien, no debes de explicar nada.

-Te esperaba a ti porque preparé la cena. Te quiero invitar a cenar por lo que hiciste por mí ayer, el cuidarme y dejarme quedar en tu departamento, es mi forma de poder hacerte llegar lo agradecido que estoy contigo, no quería sentirme una carga para ti.

-No fue nada de ello, solo me preocupé al verte, no parecías lúcido y cuando te toqué estabas ardiendo en fiebre, no podía dejarte así sabiendo que no estabas bien.

-Y por ello te agradezco, déjame invitarte a cenar por esta noche, y si no te convenzo te adelanto que hice tu comida favorita y tu postre favorito.-Sonrió, tomándolo de la mano para empezar a guiarlo hasta su departamento.

-¿Es una forma de convencerme y decirme que no tengo otra escapatoria que aceptar?

Roier lo fingió antes de asentir.-Eres muy listo.

Cellbit sonrió, dejándose llevar.-Acepto, además que tenemos que hablar un par de cosas.

El pelinegro sintió cierta curiosidad ante sus palabras, por lo que solo se limitó a adentrarlo en su departamento mientras dejaba sus pertenencias en la entrada y se dirigían con Lía de por medio hasta el comedor. Sea lo que sea que fueran a hablar, parecía algo serio y con ello todo parecía incierto en ese momento, por lo que estaría aprovechando cada mínima cosa de su presencia en su departamento.

Save my life | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora