Capítulo 25.

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Cellbit estaba moviendo su pie de arriba a abajo, totalmente nervioso por lo que estaría por suceder en ese tribunal. Bagi lo reprendía con la mirada, diciéndole que no tenía de qué preocuparse, aquel día estarían recibiendo noticias favorecedoras.

Ni siquiera podía contactarse con Roier, debido a que el pelinegro se encontraba con Lía en una habitación a parte. Siendo apenas una bebé, el juez había ordenado que no podía estar presente cuando se diera la resolución ante los posibles peligros o alteraciones que llegan a existir en ese tipo de casos, por lo que Roier, siendo una de las personas más cercanas a la bebé, estaría haciendo la labor de esperar apartado del lugar.

—¡Cellbit! Deja de mover tu pie, me estás contagiando tus nervios.—Se quejó su hermana, mirándolo por su hombro.

El castaño se acomodó en su asiento, revisando su traje una última vez mientras trataba de relajarse, enfocando su mirada sobre todo el tribunal. Lana se encontraba al otro extremo del lugar junto con su abogado y sus padres, ni siquiera había hecho el intento de acercarse a él y estaba bien, no sabía como podría verla sin sentir ironía en la situación.

El bullicio que se escuchaba por el lugar se apagó cuando el juez entró, tomando su posición al centro de la sala. Con una reverencia, esperaron sus siguientes órdenes antes de colocarse en posición recta mientras daban por iniciada el juicio; Cellbit colocó sus manos sobre su regazo, escuchando atentamente cada una de sus palabras.

Mientras, Roier mecía a Lía entre sus brazos y hacía muecas para hacerla reír, sintiendo un apretón en su pecho cada que la veía feliz. No alcanzaba a escuchar nada de la sala donde se estaba llevando a cabo el juicio, por lo que caminaba por todo el lugar donde había sido transferido una vez que llegaron, sintiéndose como un león enjaulado.

—¿Qué piensas que pasaría, bebé? Yo digo que saldremos de aquí e iremos a casa, todos juntos y felices.—Se convenció con sus propias palabras, tomando asiento. Empuñó su mano libre sobre la tela de su pantalón, portando consigo un traje de tres piezas de color negro porque consideró que la ocasión lo ameritaba. Estaba por hablarle nuevamente a Lía cuando pudo escuchar los fuertes bullicios que repentinamente se escucharon desde la otra sala, levantándose apresurado mientras apretaba a la bebé entre sus brazos con un gesto de preocupación.

Bagi tomó la mano de su hermano mientras escuchaban las palabras del juez, sentándose al borde de las sillas mientras cada palabra era dicha.

El juez se inclinó hacía adelante, continuando con su discurso.—Después de considerar las declaraciones de los testigos y evaluar la evidencia presentada, he decidido que la custodia de la niña sea otorgada al padre.

La sala se quedó en silencio por unos momentos antes de que los gritos explotaran, Cellbit soltó un suspiro que no sabía que estaba reteniendo mientras Bagi le gritaba y aplaudía a su alrededor, sacudiéndolo por los hombros. El castaño sentía que todo lo que estaba viviendo no era real, observando como el juez se apartaba del micrófono y como el abogado de Lana armaba un alboroto al otro lado de la sala mientras sus padres negaban, totalmente indispuestos por aquella decisión.

—¡Eso es una blasfemia! ¿Por qué le impedirían la custodia a mi hija? ¡Ella es la madre, es quien debe de tenerla!—Gritó la señora con total indignación.

—Debido a las negligencias de la madre presentadas desde el nacimiento de la menor, estará obligada a cumplir con los castigos correspondientes ante dicha falta. El oficial estará escoltándola para que pase a la siguiente sala, donde se le terminarán de practicar exámenes y la asesoría de como procederá su caso por individual.

Lana balbuceaba sin emitir sonido alguno, consternada por como se estaban dirigiendo las cosas en contra suya. Sus padres la abrazaban, sin hacer que el oficial pudiera llevarla a la sala donde el juez había dicho; Cellbit tragó en seco, casi pudo sentir lástima por ella si no fuera porque Bagi se colocó delante suyo y señaló la puerta que daba a donde Roier y Lía se encontraban en espera.

—Debes de ir a darle la noticia, ahora.—Lo empujó por los hombros, sin siquiera poder darle la oportunidad de hablar con el abogado que le había ayudado en su caso, tampoco ver el rostro de sus amigos que se encontraban en la audiencia.

Cellbit tropezó con sus propios pies mientras hacía el camino hasta la puerta, percatándose como sus manos se encontraban temblando, probablemente porque estaba reteniendo todas sus emociones desde que escuchó las palabras del juez. Con la poca fuerza que aún quedaba en él, tocó antes de entrar, observando como Roier se acercaba hasta la puerta apresurado mientras sostenía a la bebé contra la base de su cuello.

—¿Qué dijo el juez? ¿Por qué estás llorando?—Cuestionó alarmado, frunciendo el ceño en señal de lo afligido que se encontraba por no tener respuestas.

El castaño ni siquiera se había dado cuenta de las lágrimas que caían por su rostro, alzando su mano hasta que sus dedos se humedecieron al tocar su mejilla. No pudo más, por lo que se avalanzó contra el pelinegro y su bebé, abrazándolos con anhelo mientras sentía aquella amarga sensación que lo estaba molestando desde hace tiempo desaparecer.

—Nos vamos a casa, obtuve la custodia de Lía.—Tan pronto como esas palabras salieron, escuchó como el pelinegro emitió un chillido.

—¿En verdad? ¿Ya acabó esto?—Se separó lo suficiente para observarlo, consternado con la noticia.

Asintió con una sonrisa adornando su rostro.—El juez concedió la custodia completa, Lana estará pagando por sus negligencias alejada de nosotros, ya no tengo nada de qué temer o qué pueda hacer, ya acabó todo.

Roier lo observó por un momento antes de echarse a llorar, alertando al castaño mientras retiraba a Lía de sus brazos, apegándola contra su pecho mientras buscaba consolar al pelinegro que parecía llorar de manera desconsolada.

—¿Qué ocurre? ¿Por qué estás así, cariño?—Cuestionó con preocupación, envolviéndolo con un brazo por su cintura, apegando lo más que podía a su cuerpo.

—Perdón, solo son las emociones del momento. Estar aquí encerrado con Lía me hizo sugestionarme mucho, temía que fuera la última oportunidad que tendría para tenerla así conmigo, estuve aterrado aunque dijera que todo estaría bien.—Confesó, pegando su mejilla contra su pecho en busca de refugiarse, ocultando su rostro cubierto de lágrimas y el sonrojo evidente por sus propias palabras.

Cellbit comprendió su temor, besando la cima de su cabellera.—Te entiendo, es totalmente válido haberse sentido de esa manera, pero ya pasó todo. ¿Por qué no vamos a casa para poder descansar? Fueron semanas muy largas y complicadas, es momento que podamos relajarnos un poco.

—Eso me parece perfecto.

—Y de paso, celebremos por esto. Los chicos en la audiencia estaban festejando, pero Bagi me mandó para acá, tenía que avisarte sobre la resolución de la custodia porque seguía en trance desde que lo escuché del juez.

Roier soltó una carcajada.—¿Y cómo te sientes en este momento?

—Como si pudiera comerme el mundo entero, me siento demasiado bien que ni siquiera me di cuenta cuando comencé a llorar.—Con una risita, pegó su frente contra la ajena, suspirando.—Siento que estoy en un sueño, y que cuando despierte la resolución será a favor de Lana.

Antes de que alguno pudiera responder algo, la bebé se inclinó lo suficiente sobre el brazo del castaño que la sostenía para pegar su manita contra la mejilla de su padre, capturando su atención.

—Creo que ahí tienes la respuesta, todo esto está pasando en realidad.—Con una sonrisa en sus rostros, decidieron que era momento de irse de ahí.

En casa, en su hogar, aún les aguardaba celebrar la noticia de su victoria.

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Save my life | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora