Roier no estaba seguro de cómo había transcurrido su cita con Leo.
Ni siquiera lo consideraba una cita, había sido en un plan de compañeros de trabajo hasta que las cosas se tornaron un tanto raras. Leo le había cuestionado tan pronto como el ascensor cerró sus puertas sobre su vecino, Cellbit. Al principio no le había molestado, el problema fue que no soltó su nombre en toda la noche y cada minuto que pasaba lo hacía sentir más incómodo.
Soltaba comentarios tan cuestionables que se preguntó si era el mismo chico que había conocido en el trabajo, ¿Por qué parecía tan diferente a como era en las horas de trabajo? Parecía incluso otra persona.
Estrelló sus manos contra su rostro, tratando de saber qué hacer ahora que tenía a Leo pegado a su lado después de la cena que tuvieron. Insistía en tener una segunda cita, aún y cuando él se negaba a tenerla por el simple hecho que sacaba excusa tras excusa para no tener que pasar más tiempo con él que el necesario en la florería.
Roier estaba recogiendo sus pertenencias, era la hora del cierre y estaba ansioso por regresar a su departamento, probablemente Cellbit también estaría de camino al edificio así que esperaba poder llegar a tiempo para encontrárselo.
Cuando iba de salida, una mano atrapó su brazo para impedirle que siguiera su camino, haciéndolo girar.—Hey, Roier.
—Oh, Leo.—Sonrió un tanto incómodo, tratando de zafarse del agarre.
—Pensaba que podríamos ir a cenar, ¿No tienes hambre? Encontré un nuevo restaurante que podría gustarte.
—Lo siento, pero ya tengo planes.—Si bien sus planes habían surgido de último momento, no pretendía cambiarlos.
—¿Ah, sí? ¿Con quién?—Cuestionó con el ceño fruncido.
—Voy a cenar con Cellbit en su departamento, ya habíamos quedado.—Bien, posiblemente no era del todo cierto, pero si acostumbraban cenar los viernes en el departamento del otro sin falta alguna.
Leo hizo una mueca tan pronto como escuchó su nombre.—¿Tienes algo serio con tu vecino?
—¿Qué? Solo somos buenos amigos, nos llevamos muy bien.—Contestó con simpleza, retrocediendo un paso.
—¿En verdad? Porque sería una lástima que alguien como tú gustes de una persona como él.
—¿Cómo él? ¿A qué te refieres?—Ahora fue su turno de fruncir el ceño.
—Vamos, Roier. ¿Por qué fijarse en una persona que tiene una hija? ¿Crees que él podría corresponder tus sentimientos si algo llegara a pasar? Su última relación fue con una chica, ¿No es así? Por eso es que tiene una hija, lo más probable es que él solo busque una relación con la que pueda formar una familia. ¿Cómo crees que piensan esas personas? Dudo mucho que siquiera pueda imaginar estar contigo en algo como ello, ¿Estar con un hombre después de estar con una mujer con la que tiene una hija?—Cuando Roier se quedó en silencio mientras aún procesaba sus palabras, Leo posó sus manos sobre sus hombros.—¿Y no has pensado en que, si la mujer vuelve a su vida, no te dejará a un lado e irá detrás suyo? Puedo apostar que tan pronto como esa chica vuelva a su vida, para él dejará de existir todo y volverá a su lado, no creo que te vea más allá de un simple vecino simpático que le está haciendo la vida más fácil cuando no es tu responsabilidad, solo piénsalo.
Un malestar se instaló en la boca de su estómago, tomando distancia nuevamente.—No es de tu incumbencia lo que haga o sienta en mi vida, no debería de importarte en absoluto. No somos siquiera cercanos como para que puedas pensar que tus palabras tengan un efecto en mí, ¿Crees que por haber tenido aquella cena ya tienes todo el derecho de saber toda mi vida? ¿Crees que puedes interferir con mis decisiones? No tienes derecho a nada de mi vida, y te agradecería que dejaras este tema atrás.
—Espera, Roier...—Intentó detenerlo cuando lo vio alejarse, pero Roier fue más rápido en salir de la florería hacía su automóvil. No pensaba tolerar un solo minuto más ahí, Leo podría encargarse del resto, pero se negaba a seguir ahí con él.
No quería sugestionarse con sus palabras, pero ya había formado un hilo negativo de sus pensamientos. Manejó hasta el edificio con mal sabor de boca, estacionándose en el lugar de siempre mientras apoyaba su frente en el volante una vez que el automóvil se encontraba apagado. ¿Había pensado en ello? Sí, definitivamente le dio temas al asunto un par de noches mientras no podía conciliar el sueño, pero sus pensamientos nunca habían llegado tan lejos en un rumbo como Leo lo había insinuado.
Apenas solo unos días empezó a tratar de comprender sus propios sentimientos, se había encariñado demasiado con Cellbit y Lía, no había un solo día que no pensara en ellos y en saber que cuando volviera a su departamento podría pasar el resto de su día con ellos. Pero le aterraba el hecho de no poder comprender como se sentía Cellbit con su presencia, ¿Cómo lo miraba? ¿Hacía algún efecto en él? ¿O era el único que se veía afectado cuando lo miraba? Amaba poder pasar tiempo con Lía, sentir que Cellbit confiaba en él y pasar tanto tiempo juntos como pudieran en la comodidad de sus departamentos, no importaba si era el suyo o el de él, mientras tuvieran un lugar para descansar todo parecía perfecto.
Pero estaba el asunto que no estaba seguro si Cellbit siquiera pudiera corresponder sus sentimientos, ¿Podría ser correspondido? Él tenía una bebé, había tenido una relación anterior que no había terminado bien, y para rematar las cosas había sido una mujer. ¿Y si Cellbit sentía repulsión de solo pensar estar de algún modo amoroso con él? No podía siquiera soportar la idea de alejarlo de su vida solo porque no supo trazar las líneas de su amistad.
Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no escuchó como un auto estacionaba a su lado. Cellbit había apagado el auto y se dirigió a la parte trasera para sacar a Lía junto con sus pertenencias, notando como había una persona en aquel colorido auto rojo que le parecía un tanto familiar después de haberlo visto demasiadas veces al salir y llegar al edificio. Se acercó a la puerta del piloto, notando la postura erguida de Roier contra el volante, tocando el vidrio con gesto de preocupación.
Lía también tocó el vidrio, sorprendiendo a Roier que saltó sobre su asiento hasta que giró, mirando con sorpresa a las dos personas que lo miraban desde afuera. Sacó las llaves y, recogiendo sus cosas del suelo, abrió la puerta para salir del automóvil, sintiendo la mirada de Cellbit en él.
—¿Estás bien?—Cuestionó con un tono bajo.
—Oh, sí. Estoy bien, solo tuve un día algo agotador, ¿Cómo te fue en el trabajo? Acabas de llegar, ¿No?—Trató de sonreír, sin atreverse a verlo.
—Sí, el trabajo estuvo normal.—Sostuvo a Lía contra su pecho, acomodando la pañalera.—¿Seguro que estás bien? No te ves así.
—Claro, solo fue un día pesado. ¿Ya cenaste? Pensaba que podríamos cenar en mi departamento, descubrí una nueva receta que pienso probar en hacerla.—Comenzó a caminar hasta el ascensor para subir al edifico, siendo seguido por el azabache detrás suyo.
—Eso suena bien, solo pasaré a mi departamento a cambiarme y estaré ahí.—Sonrió, sintiéndose bien por aquel plan de noche.
Después del encuentro en el ascensor, no habían tenido oportunidad de pasar el rato juntos al llegar de sus trabajos por diversos motivos donde no lograban coincidir con sus horarios. Así que, cuando esa noche estaban frente a frente cenando y compartiendo sus días, se sintieron nuevamente plenos al poder pasar tiempo juntos, donde Lía no paraba de sonreír y Roier dejó aquellos pensamientos que lo comenzaban a atormentar afuera de su departamento, mientras tuviera de esos momentos no se permitió pensar en los negativos.
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Save my life | Guapoduo
FanfictionDonde Cellbit es abandonado por la mujer con la cual pensaba formar su vida entera en ella, dejándolo a cargo de una bebé recién nacida ; o en dónde Roier, su vecino del departamento 511, lo ayuda a cuidar a su pequeña bebé después de que la primera...