✶ : capítulo ocho

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OCHO 0 0 8
"¿Otra vez?"

Harry no salió de su habitación después de la gran discusión. No le dirigía la palabra a su hermano, ni siquiera lo quería ver en casa.

Tuvo que cancelarle de último momento a su bello amigo, explicándole que su humor no estaba siendo el mejor. Zack lo entendió completamente.

Tenia la suerte de tener un padre que lo mimaba muchísimo y claro que obtuvo muchas golosinas de su parte, veían películas juntos e incluso le ayudó a componer una canción que no había terminado. Podía jurar que esa hoja de papel sucia y arrugada llevaba años ahí escondida, sin poder ver el sol.

No recordaba haberla escrito. Intentaba buscar en sus recuerdos, con la esperanza de encontrar el momento exacto en el que se había sentado en su escritorio a componer esa canción pero, no había nada.

Stephan dejó a solas a su hijo en cuanto vio sus lindos orbes verdes brillar, sabía que le hacía mucha ilusión continuar con la escritura de la canción.

-¿Quieres un chocolate caliente? -preguntó el mayor antes de abandonar la habitación -. ¿O una hamburguesa?

Harry alzó su mirada para observarlo, meditando cual oferta era más apetitosa. -Lo que me quieras comprar esta bien, papi.

Él hombre de cabellos castaños asintió y después se retiró del cuarto, dejando a su hijo a solas. Harry amaba a su padre, era el hombre más bondadoso que ha conocido.

Stephan tenía su cabello castaño con pequeños rizos en este, ojos verdes con largas pestañas, labios delgados y rosados por naturaleza, al igual que a su hijo menor, se le formaban pequeños hoyuelos cada que sonreía. Era alto, casi alcanzaba los dos metros, tenía un cuerpo robusto y espalda ancha.

Desde que el mayor cargo a su hijo más chico supo que tendrían un lazo único.

En pocos segundos, el rizado se había levantado de su cama y se había sentado en su cómodo asiento, apoyo el pedazo de papel sobre su escritorio y releyó el escrito.

Adoraba el hecho de saber inglés y que su supuesto amigo, hubiese hablado en es idioma pensando que él no tenía idea.

¡Entendió absolutamente todo! Ahora la curiosidad de saber que mentira compartían era cada vez más.

Niall solía ser tan distraído que olvidaba el hecho de que su mejor amigo era un sabelotodo con los lenguajes extranjeros. Mejor amigo, pensó y arrugo su nariz, tendría que dejar de etiquetarlo de esa forma.

Ahora solo era alguien más.

Niall, solo era eso.

Pasó aproximadamente quince minutos, no había movido ni un pelo y seguía pensando en cómo iba a hacer que su canción quedase bien.

Unos suaves golpes en su puerta lo hicieron volver al mundo, saliendo de su trance de letras y palabras en el que se había envuelto.

La puerta se abrió y supo de quien se trataba en cuanto el aroma, a la penetrante colonia que usaba su padre, inundó sus fosas nasales. Stephan entró a la habitación con un caja roja con algunos detalles amarillos; eso es una cajita feliz.

eye on the crowd  ꒰  larryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora