El eco de los gritos aún resuena en mis oídos mientras salgo del escenario, empapada en la energía que solo un concierto en vivo puede ofrecer. Los flashes de las cámaras de mi equipo y los gritos de la multitud se disipan a medida que me retiro hacia mi camerino. Una rutina que repito en cada ciudad, en cada show.
—Excelente Show—dice Ady alcanzándome una botella de agua, le agradezco.
Me lanzo en el sofá rojo que esta ahí, con una sonrisa, definitivamente el tour está yendo genial.
Ady deja mi teléfono descansando sobre la pequeña mesa negra, y me incorporo para cogerlo. Entre correos electrónicos de trabajo y mensajes de mi equipo, destaca uno en particular: Brad. Mi sonrisa se amplía al leer el mensaje.
"He tenido un día del carajo. Mientras entrenaba hoy, me llegó un 'regalo' de mi equipo. Abrí mi casillero esperando encontrar mis zapatos y, en cambio, me encuentro con unas enormes zapatillas de payaso. Estoy odiándolos."
Suspiro con una risa contenida. Brad siempre tiene la habilidad de dibujar sonrisas en medio de mis días agitados.
"Quizás es porque realmente eres un payaso."
Su respuesta no tarda en llegar.
"Blair, no pienso compartir más contigo mis incidentes del día. Estaba buscando una compañera de venganza, no una hater."
Esta vez no puedo evitar soltar una risa, llamando la atención de Ady. Ella me lanza una mirada discreta mientras se escabulle saliendo de mi camerino. Me quedo sola, reflexionando. A veces siento que es momento de volver a casa. Estar tan lejos de mi hogar, realmente me ha demostrado lo mucho que me gustaba estar ahí. Suelo añorar los días de pandemia en los que todo era más tranquilo, estar en casa componiendo, con mis gatos, quizá preparando recetas que vi en internet, aunque la mayoría de ellas eran un fracaso. No puedo evitar tener el recuerdo del pastel de calabaza que Rob y yo hicimos juntos. Su expresión al sacarlo del horno se ha quedado tatuada en mi mente, como una escena de película que reproduzco una y otra vez. Después de fracasar, decidimos cerrar la jornada con comida china.
Es ahora, cuando me doy cuenta de que, en estos últimos días, entre los shows, las agitadas sesiones de promoción y mis escasos momentos de descanso, Rob no ha cruzado mi mente. Su ausencia se vuelve palpable, como si su presencia se hubiera desvanecido en medio de todo esto.
—Blair —dice Jeff, entrando a mi camerino— el auto ya está aquí, ¿lista para salir?
Sonrío, asintiendo con la cabeza.
—Por cierto, increíble show —dice con una sonrisa. Me acerco a él, chocamos las palmas y salimos en busca del auto que me llevará a la casa que alquilé en Virginia.
Me acomodo en la lujosa camioneta negra junto con Ady y dos fornidos guardias de seguridad, mientras hay otro auto que nos sigue. Ady comienza a repasar las próximas fechas mientras muestra fotos de las casas en las que nos quedaremos. Anuncia que solo dos o tres fechas más y tendré un merecido descanso. Ady no deja de hablar, y me pregunto si estará tan exhausta como yo. Prácticamente vive la misma vida que yo día a día y, tal vez, sea aún más estresante para ella, ya que es la encargada de organizar toda mi agenda. Aunque parece estar bien, su novio ha venido a verla algunas veces a las fechas del tour y es cuando más sonriente la he visto.
Ady arregla su corto y castaño cabello, que tiene leves ondas, y sus ojos verdes no dejan de hacer énfasis en cada cosa que me muestra en el teléfono que sostiene en sus manos. La carretera nocturna se desliza bajo las ruedas de la camioneta, iluminada solo por las luces de la ciudad que se desvanecen a medida que nos alejamos del lugar del concierto. El suave zumbido del motor crea un ambiente relajante, y la conversación de Ady se mezcla con la suave melodía de la nueva canción de Wen Keller que suena en la radio.
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Sparks Fly
FanfictionBlair Lythe, la superestrella del pop, vive en la cima del éxito hasta que su relación amorosa, después de una década, llega a su fin. Atrapada entre el misterio y la incertidumbre, Blair se pregunta si podrá volver a amar o si los medios la devorar...