CAPÍTULO 1: EL DÍA

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LAURA:
-Riiiing!! Riiiiing!!
Son las once de la mañana y alguien me está llamando. Mientras me levanto de la cama me miro al espejo y me doy cuenta de la resaca que tengo. Ayer salí hasta las cuatro de la mañana con Laia, mi mejor amiga.
-¿Sí?-Respondo a continuación.
-Buenos días, quiere usted fibra móvil...
Ya no escucho nada más, puesto que lo dejo hablando solo en manos libres encima la cama y me piro para ir a ver si mi madre ha hecho desayuno. Cómo es habitual, ya hace rato que ha marchado y ha dejado dos boles, uno para mí y el otro para...
-¡Auu! ¡Qué daño Max! ¿Cuántas veces te he dicho que no quiero que me lances almohadas?
Aquí os presento a mi hermano pequeño. Él se llama Max y hace catorce en tres meses. Es un chico alto y delgado, pero muy fuerte. Tiene los ojos grandes acompañados de unas pestañas larguísimas. Tiene la nariz relativamente pequeña y unos labios gruesos pero perfectos. Es de pelo castaño largo y rizado. Ahora, se ha aficionado a lanzarme cosas por el simple hecho de que le haga caso, puesto que, por el contrario, que yo, se pasa muchas tardes en casa aburrido. No acostumbra a salir y mi madre trabaja y yo estudio y me paso las tardes en el pabellón. Así que casi ninguna de las dos está en casa por las tardes.
Decido que hoy estaré de buen humor y pongo la mesa para los dos y me siento, invitándolo a sentarse conmigo. Se sienta, pero me advierte que no tiene hambre, que no comerá. Lleva enfermo alrededor de tres días y no come prácticamente nada.

Ya son las 14:30, y debería de ir tirando hacia la universidad, pero para variar, todavía estoy en sujetador decidiendo qué camiseta me pondré y cuál me llevaré para más tarde. Una vez decidido, cojo las llaves del coche y me marcho corriendo. Aparco justo en mi lugar de siempre. Bajo y veo a lo lejos a una amiga que va conmigo a clase. La grito, y con un grito consigo que me espere y cruzamos juntas casi toda la UAB. Hoy es un día muy especial.

Miro la hora, quedan cinco minutos y me marcho. Pero no, me decanto por la banda de mi cerebro que decide marchar, así que sin hacer mucho alboroto cojo mis cosas y salgo del aula. Pongo en marcha el coche y torpemente por la velocidad que llevo salgo del aparcamiento donde estoy situada. Me repito en mi cabeza... Hoy es un día muy especial.
Llego al pabellón y hoy no estoy nerviosa por la razón de siempre, que también, pero es otra cosa distinta.

EDNA:
Llevo toda la tarde evitando pensar en este momento, simplemente es como los tres últimos. Desde que mis padres murieron en aquel accidente de tráfico, todo ha estado muy difícil. Primero estuve un largo tiempo en el hospital, luego viví en casa de mi abuela, hasta que me di cuenta de que era una carga extra que no necesitaba. Así que pregunté a jóvenes responsables que conocía si me dejaban alojarme en su casa durante un tiempo. Aina aceptó la primera, pero en breve nos dimos cuenta de que no encajaban nuestras vidas. Después hice el cambio a casa de Gala y de Judit, pero éramos demasiadas en casa y no teníamos espacio para vivir. Finalmente, hace una semana le pedí a Laura con muchos nervios si sabía lo que me había sucedido. Y ella me respondió:
-Si Edna, sé lo que sucedió, y sin dudarlo te diría que puedes venirte a casa por un tiempo si es por eso que has venido.
Respondí con desgana, ya que mostró ese poco interés que no entendí. Toda persona que aceptó, era muy agradable y me llevaba muy bien con ellas, pero con Laura me llevaba especialmente bien. Por eso no entendí su reacción.



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