CAPÍTULO 2: EL MOMENTO

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EDNA:
Pasé un balón a una compañera y la vi. Acercándose hacia mi entrenador Mark. De lejos vi como se ruborizaban los dos a la vez en cuanto sus miradas se encontraron. La de Mark buscaba con desesperación la de Laura, y cuando esta le miró se sonrieron. Ahí entendí, que debería ayudar a Laura a conseguir a Mark, era lo mínimo que podía hacer por ella. Mark estaba a la corriente de todo lo sucedido con mis padres, y psicológicamente me ayudó mucho. Pero no entiendo que por el amor la gente estuviera tan ciega. Se les veía de lejos lo mucho que se gustaban, pero ellos no veían el amor del otro.
Mark nos llamó para decirnos que teníamos dos minutos para beber agua. Y sin ninguna duda fui corriendo a buscar mi botella, entonces sucedió. Laura se empezó a acercar a mí, y yo, por miedo a lo que pudiera decirme, corrí desesperadamente hacia los vestuarios. Me metí en el baño y cerré la puerta. Sin saber por qué empecé a derramar alguna lágrima, hasta que no pude contenerme más y lloré sin descanso. Cuando ya no había más lágrimas en mi interior comencé a murmurar una canción que me cantaba mi madre.
-I'll be there for the highs and lows, give you mine if your heart gets broke, by your side when your all alone, I will be there. When you're down and down on your luck, no right home and you got too drunk, two a.m. I'm gonna pick you up, I will be there.
-Yo solo quiero encontrar mi lugar, donde me quieran y yo quiera estar-Me repetí hacia dentro.
Entonces se abrió la puerta. Sabía que era Laura, porque lo sabía, porque la conocía, pero me dio igual. Ella me había visto llorar infinitas veces y lo único que solía hacer era abrazarme y decirme que todo saldría bien. Y al parecer siempre tenía razón.
-¿Edna? Te están esperando todas.- Dijo ella.
-Diles que empiecen sin mí, que no me encuentro muy bien.-Le contesté.
-Sal de ahí Edna, por favor.-Dijo ya un poco más enfadada.
-No me mandes-Musité.
-Edna, ¡sal de ahí! ¡Ahora!-Me gritó.
Y entonces volvió a pasar. Me eché a llorar. No sé si Laura se dio cuenta de que se había pasado gritando o de que yo estaba llorando. Entonces empezó a trepar por la puerta del baño rota. Se me escapó una risita, que disimulé lo antes posible. Se sentó a mi lado y me miró durante lo que pareció una eternidad. Seguidamente me abrazó. Me abrazó durante un rato, mientras yo lloraba apoyada en su pecho. Luego con mucho esfuerzo me dijo:
-Yo también estoy nerviosa. Sé que es difícil esto que estás viviendo sola con tan solo catorce años. Pero prometo que algún día encontraremos tu lugar. Estoy segura.
Yo afirmé con la cabeza, aparentando que estaba convencida. Aunque por dentro no paraba de pensar, que a lo mejor no tenía sitio en el mundo, ¿no?
Pero mi idea se esfumó de la cabeza en cuanto Laura me besó con cuidado la coronilla y se dispuso a levantarse. Le pedí que le dijera a Mark que salía en breve, que me diera cinco minutos. Accedió rápidamente.
En cuanto se fue, reflexioné un poco sobre la conversación que acababa de tener y salí. En cuanto aparecí en la pista, mis compañeras me dedicaron unos segundos para mirarme e intentar descifrar qué me pasaba, pero al no conseguirlo prosiguieron jugando. En cuanto me dejaron de mirar supe que Laura seguía con los ojos clavados en mí, así que me di la vuelta y la miré, esta vez a los ojos. Me dedicó una pequeña sonrisa de comprensión y seguidamente me invitó a hacer el ejercicio que estaban haciendo.

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