CAPÍTULO 7: LOS NERVIOS

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LAURA:
Conducía un poco precipitada por la carretera principal. Solo pensar en que Mark estaba por ahí me puso histérica.
-Relájate, solo sé tú misma.-Me dijo Edna.
La miré de reojo y cómo vi que me miraba le dediqué una sonrisa un poco forzada, ¿cómo otra vez había sabido lo que me pasaba?
Entramos hablando de un profesor que tenía Edna en clase, que según ella era muy malo y no sé qué más. Siempre llegábamos tarde, pero era justificado, el entreno de los pequeños acababa exactamente a la misma hora. Vi a Mark, estaba hablando con una niña mientras hacía gestos para facilitarle la faena a ella, sin duda sería un muy buen padre seguro.
-¿A qué viene ese pensamiento ahora?-Me dije en el interior.
Se giró hacia mi y como yo le estaba mirando como una sinvergüenza, me giré hacía Edna para que pareciera que no lo hubiera mirado en todo este rato.
-No hagas eso, si te gusta díselo y no lo disimules, o él también lo hará.
Me acerqué a él y me dijo:
-Luego te tengo que decir una cosa privada, podrás quedarte cinco minutos.
-Claro, claro-Le respondí como una boba.
Me di la vuelta para ver a Edna, porque sabía que seguía mirándome. Me sonrió y me hizo un gesto que me pareció entender como que era una felicitación, pero no estoy segura.
Al acabar el entreno le dije a Edna si se podía esperar un segundo que tenía que hablar con Mark. Se le escapó una risita mientras aceptaba.

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