CAPÍTULO 8: EL BESO

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MARK:
Era el momento, el momento que llevaba esperando desde hace tres años.
-¿Qué querías decirme?-Me dice.
Entonces me fijo. Qué guapa es por dios. Es castaña teñida de rubio que se le vuelve a color pelirrojo. Tiene la parte de abajo de los ojos, todo salpicado de pequeñas pecas que no se pueden apreciar de lejos, solamente de muy cerca. Pero me pregunto cómo he acabado viéndolas. Nos hemos distraído con la cara del otro y no nos hemos dado cuenta de que nos hemos ido acercando cada vez más. Decido hacerlo. Estamos en el cuartillo de material, y hay un 80% de probabilidades de que cualquier niña nos vea. Pero a mí me da igual, y parece que a ella también, porque yo inicio el beso cariñosamente, pero ella con ansia nos engancha los cuerpos e introduce la lengua invitando a la mía a hacer lo mismo. Nos mantenemos así durante cinco minutos, hasta que me doy cuenta de que nos flaquean las piernas a los dos. La suelto durante tres segundos y la miro a los ojos, sin duda, es preciosa. Le apoyo la espalda contra un armario de reja que hay y la vuelvo a besar, esta vez con más ganas y más intensidad. Con más confianza en mí mismo le apoyo con delicadeza la mano en el culo, y ella con decisión me la aprieta bien. Así nos quedamos durante dos minutos más, hasta que jadeando y con dificultades para respirar, ella vocaliza:
-Gracias, lo deseaba mucho.
Y le digo:
-Yo también, desde hace tiempo.
Nos sonreímos mutuamente y se va. La veo desaparecer a lo lejos de la puerta mientras va en busca de Edna.
LAURA:
Acabo de pasar los mejores diez minutos de mi vida. Ha sido el mejor beso que me he dado nunca, y mira que no me he dado pocos. He sido yo la que se ha ido primero, pero debía hacerlo, Edna me esperaba hacía mucho rato.
-¿Qué, me lo vas a contar?-Me dice Edna sin miedo.
-Déjame pensarlo... 29 horas antes de ver a Laia, 8 antes de ver a Paula y 10 antes de ver a Carla. Si te lo tengo que contar, no aguanto tantas horas sin contarlo. Pero antes, dime con quién estabas hablando cuando yo he salido, porque se te veía muy contenta.
-Tu primera y luego me pienso si te lo digo.
-Bueno, vale.

EDNA:
Los quince minutos de coche hasta casa los protagoniza ella con su momento del beso con Mark, y aunque estoy muy contenta porque yo sé que hacen muy buena pareja y están hechos el uno para el otro, le sigo dando vueltas a mi conversación por teléfono con Max. Me ha llamado para decirme que se habían ido a comprar y que probablemente no estarían en casa para cuando llegáramos, que pusiéramos la mesa y nos ducháramos. Nos mantuvimos un rato también hablando del instituto hasta que tuvo que entrar a una tienda y Laura acabó con su besuqueo, así que cortamos la llamada muy rápido. También me dijo que esta noche después de cenar fuera un rato a su habitación, que tenía cosas que decirme.

Así que la noche también fue como habíamos planeado, cenamos juntos, nos lavamos los dientes Max y yo juntos, y luego hablamos durante casi dos horas en la habitación de Max.

Entonces llegó el peor momento y el mejor a la vez. Cuando me iba a ir, me agarró de la mano y me tumbó sobre su cama y se me puso encima y me empezó a besar. Lo disfruté mucho, y lo estaba deseando desde que hace dos semanas llegué a esta casa, pero entonces Laura entró y nos vio así, sin saber nada de historia, e interpretó que nos estábamos usando el uno al otro solo de un lío de noche. Se enfadó tanto que se cerró en su habitación y no me dejó entrar. Cuando dejó de presionar la puerta entré, pero pasó lo inesperado. Me dio un bofetón en toda la cara. Y seguidamente me gritó:

-Eres una hija de puta, solo querías venir a casa para liarte con mi hermano. No me quieres, no quieres a mi madre, ni siquiera creo que quieras a mi hermano. Pero, sin embargo, lo dices, lo repites todos los días lo mucho que nos quieres y lo agradecida que estás de estar aquí. Pero te dejamos sin vigilancia un segundo y ya la lías. No sabes el daño que le has causado ahora a mi hermano. Le has confundido, le has hecho una idea de ti que no es la real, solo para darle un beso y luego desaparecer de nuestras vidas para siempre. No me parece justo. En esta familia te lo hemos dado todo desde que llegaste, y nos lo devuelves así. Eres una desagradecida de mierda. Y pensaba que te conocía, pero ya veo que de eso nada. No eres quien yo pensaba que eras.

Con una lágrima rodeando mi mejilla, me voy de la habitación sin saber qué hacer. ¿Era yo así de verdad?

Max me ofreció dormir con él en su cama, pero rechacé. Me apetecía mucho, pero tenía que pensar en Laura, y en lo que esto significaba para ella.

Estuve tumbada en el sofá, comiéndome la cabeza hasta las dos de la mañana, hasta que a esa hora decidí lo que quería hacer, o más bien lo que debía hacer. Llegué a la conclusión de que debía irme. Pero no irme de esta casa, sino irme de sus vidas para siempre tal y como había dicho Laura. En una bolsa que yo misma había traído, metí las cosas que yo había traído, más algunas cosas que me había comprado la madre de Laura el otro día que fue a comprar.

Se me llenaron los ojos de lágrimas cuando giré el paño de la puerta, pero sabía que estaba haciendo lo correcto.











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