IX

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— ¿Quien es Lena? — su mirada era de incertidumbre, como si nunca hubiese oído el nombre de ella, estaba aún más confundida.
Lena vivía ahí desde hace muchos años, al igual que su madre y siempre estaba a la vista de alguna manera, ¿cómo era posible el que no la pudieran ver?.

Cuando gire a su lado, ella ya no estaba más. Ni pisadas ni algún rastro de que hubiese estado.

— ¿Que te ha pasado en la cara? — intenté concertarme en sus heridas, al tocar su rostro vi que era sangre seca, tan seca que al pasar los dedos no dejaba ningún rastro de que habían estado ahí. Como si hubiese pasado días.

— La sangre está seca Alice, llevas días así. ¿Quien te hizo esto?. — Sus ojos comenzaron a ponerse de un celeste más oscuro, mientras apretaba con fuerza sus puños, su cara había quedado roja, se estaba aguantando aquellas lágrimas.
— No sé quién te ha hecho esto, pero te prometo que encontraremos la manera de irnos de aquí — finalice por decir, una risa escapó de su garganta, pero no cualquier risa si no que una risa triste.
— No lo entiendes Kara, no entiendes que no puedes irte, nunca te irás de aquí. Ya entraste a este infierno y nunca podrás escapar de él.

— No es un universo paralelo Alice, encontraremos la manera de salir, cuando vine por primera vez lo hice, y ahora lo haré devuelta.
— No entiendes Kara, te habías podido ir porque lo había permitido, todo fue una trampa Kara, es inútil.

"Te lo había permitido" ¿a qué se refería con ello?

— ¿Quien me lo hubiese permitido? — no respondió mi pregunta y siguió hablando, su mirada estaba inquieta y nerviosa, miraba a los lados.
— Si me pasa algo, cuídalos. — Vi como sus lágrimas comenzaban a caer, como si algo malo pasaría. — Es ella Kara, debes alejarte de ella. Ella provoca todo esto, todo lo que ves no...

La sangre de Alice de un momento a otro empezaba a ponerse más líquida, empezando a recorrer pequeñas gotas por los ojos, sus ojos tomaron un color más oscuro, y su piel estaba tan blanca como un papel. Y de un momento a otro, pasó.

Alice comenzaba a contraerse en el lugar, su cuerpo parecía quebrarse. Gritos de dolor escapaban de su garganta, intentando ir lejos de ella logré tropezarme con lo que era una piedra, tapé mi boca para evitar gritar, lloraba en mi lugar y quería correr, pero sentía mis piernas temblar y sabía que no llegaría lejos, cerré los ojos con fuerza y por más que evitaba escuchar aquello era imposible, su cuerpo estaba siendo contraído por una fuerza natural, un último grito tan agudo como doloroso fue lo último que escuché para luego sentir un silencio abrazador.

Al levantar la vista el cuerpo de Alice se encontraba tendido en el suelo, con fracturas en sus brazos y piernas. Una expresión que podría decirse que era entre dolor y susto se encontraba en su cara.

Sentí como el aire abandonaba por completo mis pulmones, no podía parar de llorar de temblar y estaba empezando a hiperventilar, me sentía mareada como aquella vez que me abracé al cuerpo de Lena, mi vista comenzaba a nublarse y por más que intentara correr mis piernas no respondían, al igual que todo mi cuerpo. La incertidumbre de no entender lo que acababa de pasar; de lo que pasaba en este pueblo en su totalidad; Yo quería correr, escapar de aquí, de al lado del cuerpo roto y sin vida de Alice, de este pueblo, de aquella anciana, de cada uno de sus habitantes. La desesperación comienza a aparecer y entre tanta mezcla de emociones y no saber cómo sobrellevarlas sentí como me volvía liviana y poco a poco iba cayendo, hasta tocar el suelo y perder el conocimiento por completo. Luego de eso todo fue oscuridad.

Pero no por muchos segundos. Al despertar veia como dos mujeres de grandes camisones negros llevaban el cuerpo muerto como si se tratara de un simple muñeco. Parecian no verme, yo estaba tirada casi a un lado de ellas, mi cuerpo temblaba de manera continua miedo era lo unico que sentía. Sentí como un panico comenzo a invadir cada parte de mi cuerpo, generandome un tic en el ojo, ellas estaban ahi y no podían verme.

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