II

463 44 10
                                    




Desde que puse un pie fuera del auto noté como un escalofrío recorría mi espalda. Aun me encontraba en estado de shock por lo sucedido en la carretera. Intenté no concentrarme en eso y enfocarme en lo que ahora sería mi nuevo hogar.

Tal y como lo sabía, el pueblo era un lugar completamente en silencio, alejado de la ciudad y lo único que podías escuchar eran los cantos de los pájaros y las ramas de los árboles moviéndose con el viento.

No habían autos estacionados, ni voces. Era completamente silencioso incluso algo incómodo.

Cuando saqué la llave de mi bolsillo y me adentré a la casa había quedado completamente dura.
La casa se encontraba vacía, con telarañas y las maderas de las ventanas rotas. Algunas cerraduras estaban oxidadas y el olor no era el más higiénico.

Al caminar por los pasillos, vi como parecía estar incluso más abandonada. Todo me parecía extraño ya que unos meses antes había chequeado la casa junto con el dueño y no se encontraba en este estado, y de un momento a otro la vi.

Una vil y asquerosa rata pasaba por en frente de mi, junto con un pedazo de lo que parecía ser carne bajando las escaleras con velocidad.

— ¡LEJOS MIO AYUDA! — Sentí como mi alma abandonaba mi cuerpo, y como la rata sin importarle se posaba en frente a mis ojos mirándome fijo, corrí en la dirección contraria hasta estar en la puerta principal del lado de afuera, tropezándome con el escalón y cayéndome en la tierra mojada.
— Carajo. — Me paré con enojo, tenía toda mi ropa manchada con la sucia tierra. Me había lastimado la mano en la que había intentado apoyarme sin éxito.

— Carajo es una mala palabra señorita. — Al sentir esa voz justo detrás de mi, ahogue un grito.
Una niña y el que parecía ser su pequeño hermano estaban en frente de mi, mirándose entre sí y lo que parecía ser burlándose.
— ¿Donde está su mamá? no deberían estar solos. — Estaba limpiando mi ropa mientras les hablaba, cuando vi que había sacado bastante tierra comencé a mirar a ambos lados, buscando señal de su madre, pero no había nada. Todo parecía seguir en un silencio. Otra risa de parte de ellos.

— Harry, Ashley ¡donde están! — el grito se escuchaba lejano, pero a la vez sentía que estaba dentro de mi cabeza.
— Mami, la extraña dijo una mala palabra. — Saliendo de las sombras del bosque, apareció una mujer.

Su tez era pálida como un papel, tenía sus ojos de un color oscuro junto con una cabellera de un color rojo. Mire a los niños y ví que no eran tan iguales a ella, incluso parecían tener los genes completamente contrarios, los niños tenían ojos marrones y cabellos negros. La piel era completamente pálida, al igual que la mujer.

— Les dije que no se alejaran de mí, lamento que te hayan causado problemas. Un gusto, mi nombre es Alice y ellos son mis hijos. ¿Eres nueva aquí?

Las preguntas fueron tan rápidas que con seguridad pude entenderle bien, acomodé mis gafas. Por alguna razón me encontraba nerviosa.

La primera vez que me había sentido atraída por una mujer fue a los 15, cuando con Alex decidimos ir a un campamento de verano, pero nunca había logrado comprender mucho mis sentimientos, ya que a los 16 conocí un chico llamado Mike, que había sido mi novio en mi adolescencia. Sentía que por fin había encontrado la sexualidad que me atraía. Hasta que a los 19 luego de tener una fuerte ruptura con Mike, estuve con una mujer por primera vez. Luego de eso, todo fue historia.

PULSO - Supercorp Donde viven las historias. Descúbrelo ahora