:;🍃; La llegada inesperada del hijo de Bulma trajo gran revuelto. Pero no venía sólo, los dos últimos guerreros que habían en el futuro se mostraron desesperados para lograr cambiar su realidad.
Y no solo eso, también esas orbes verdes...
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¿Miedo...? ;:
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Y así rápidamente pasaron dos días, al tercer día...
En la Kame-house se encontraban reunidos los guerreros, atentos a cada noticia que salía en la televisión para dar con el paradero de aquella criatura pero lo conseguían más que un sentimiento de impotencia.
—Nuevamente el monstruo ha aparecido en el punto 48 de la capital del sur... —. Decía una mujer con una mirada seria y tensa —. Al parecer más de sus habitantes han desaparecido...
—¡Rayos! ¡Ahora ataca otro punto de la capital del sur! — exclamó con enojo Piccolo, al igual que los demás estaba bastante frustrado de no haber obtenido resultados.
Con esa información, salieron de la Kame-house subiéndose a la nave con el emblema de la Corporación Cápsula, en dirección hacia aquella parte de la capital. Cómo medida precautoria para no ser detectados por Cell y este otra vez escapara.
—Ese sujeto es muy listo, aunque logremos acercarnos él seguirá escondiéndose —. Musito el Namekusei cruzado de brazos, cerrando los ojos suspirando.
Mientras dejaban aquella vivienda, dentro de esta aún se encontraban Milk y el maestro Rochi haciéndose cargo del estado de Goku. La mujer subía las escaleras con calma, apoyándose de la barandilla con delicadeza. Tomando el pomo de la habitación donde está Goku, abriéndola con cuidado.
—¿Eh? — exclamó sorprendida — ¡Goku!
Nombró con preocupación al ver al peli-palmera de pie y frente a la ventana, tenía puesta una camisa negra de mangas cortas y un short para mayor comodidad.
—¿¡Ya te encuentras mejor!? — pregunta adentrándose a la habitación.
—Milk —. El saiyajin volteo a verla con una suave sonrisa —. Disculpa por haberte preocupado tanto, pero ahora estoy completamente recuperado...
—¡Me alegra escuchar eso! — agrando aún más su sonrisas, aliviada. Llevando su mano hacia su pecho.
Pero decayó al ver cómo su esposo tomaba su Gi naranja que estaba perfectamente doblado junto a sus botas. Goku no tardo en vestirse completamente en silencio.
