Capítulo XV

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Revelaciones

Habían pasado unas horas desde que Mia llegó a Francia.

La joven Black se encontraba felizmente acurrucada con la parte Veela.

Hasta que se vieron interrumpidas por saludos bastantes entusiastas abajo.

—Parece que tienes visitas. ¿Debes bajar?—. Preguntó Mia curiosa por quién podría haber llegado.

—Non, quién sea que haya llegado puede esperar—.

Antes de que alguna pudiera agregar algo más escucharon pequeños golpes en la puerta y la voz de quién Mia estaba segura se escuchaba, era de Gabrielle.

—Fleur, maman dice que tienes que bajar a saludar a la abuela—.

—En un momento Gabby—.

Dicho eso los pasos de la pequeña Gabrielle se alejaron.

—Creo que deberías bajar—.

—Grand-mère puede esperar—.

La pelinegra le da una mirada algo divertida y con un movimiento de cabeza señalando la puerta dando a entender que fuera, la rubia con un suspiro frustrado se levanto como un rayo y por lo que la joven Black escucho, se fue corriendo.

Tan rápido como se fue, la rubia llegó agitada y con una enorme sonrisa volvió a los brazos de Black.

—No demoraste ni dos minutos— Dice divertida Mia.

—Entre más rápido, más tiempo tengo contigo. Además mi familia te tendrá la mayor parte del tiempo ocupada—.

—Esta bien Veela egoísta—.

—¡Moi! ¡Egoísta!. Es mi derecho por lo menos tenerte estás últimas horas para mí sola—.

Riendo, Mia se queda observando el rostro medio indignado de la Veela para después coger su rostro suavemente y guiarlo al suyo.

Y ahí besando los labios de Fleur sintió paz, amor y seguridad.

La había extrañado.

Los rayos del sol daban directo a los ojos de Mia y ese endemoniado ruido de golpes la tenían algo fastidiada.

Decidió ignorarlos y se acurrucó más en la rubia a su lado, antes de volver a caer dormida sintió como Fleur rodeaba su cintura y la pegaba más a su cuerpo.

Fuertes golpes la alarmaron haciendo que despertara enseguida.

Hace apenas unos minutos sintió que se había vuelto a dormir, cómo era que los golpes no cesarán.

Mira como Fleur se levanta molesta y abre la puerta de un tirón y con la voz aún espesa por el sueño exclama.

—¿Qué?—.

—Baja un poco ese tono Isabelle—.

—Grand-mère—.

—Ya casi es hora del almuerzo y como no bajaban decidí venir a verlas y me recibes molesta—.

—Désolé grand-mère, no creí que fuera tan tarde—.

—Bon, baja con tu pareja hay mucho de que hablar—.

Fleur se pone tensa en su lugar e intercambia unas palabras más con su abuela y sin mirar a los ojos de la pelinegra se pone a buscar ropa para el día.

—Fleur, ¿Está todo bien?—.

—Qué, oh si. ¿Por qué lo preguntas?—.

—Tal vez porque no eres capaz de mirarme a los ojos. ¿Es por lo que dijo tu abuela?—.

Mon étoileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora