3 La primera sonrisa

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Tenemos siempre lo más importante delante de nosotros y no nos damos cuenta o no queremos hacerlo.

Me despertó por la mañana el sonido de los pájaros y el continuo cotorreo de mi tía Estela hablando a gritos en la cocina con mi madre mientras hacían el desayuno para todos, esto es lo malo de una cabaña con paredes de madera, que se oye todo.

Yo solo me puse la almohada encima y pedí que la oscuridad me tragara, hasta que escuche una voz que no conocía desde el salón.

Era una voz grave de un hombre con acento ruso lo que estaba escuchando, pensé quien era hasta que me acorde de lo que había pasado ayer y me levante corriendo para vestirme y peinarme para esta presentable.

Después de terminar fui al salón a ver que estaba pasando, me encontré al extraño sentado en la mesa del comedor comiendo con ansias varios platos que tenia delante de el, mi tía Estala estaba muy animada viendo que el extraño en verdad tenia hambre y se comía toda su comida la cual no tenia muy buena reputación en nuestra familia y a menudo siempre que íbamos a su casa a comer comíamos comida de fuera o la traíamos nosotros, siempre me compadecí de mi prima Sofia y mi tío por tener que comer su comida cuenda quería cocinar.

Y ella al ver que alguien si se la comía con ganas esta vez, le hizo mucha ilusión y se puso ha hacer muchos platos de golpe para el extraño.

-Mujer al final nos dejas sin comida para los demás-se quejo mi tío molesto por el repentino interés de su esposa por cocinarle a otro hombre.

-Cállate ya Pedro que cuando te pongo un plato a ti, le das mas de 10 rodeos antes de dar un solo bocado y este caballero si sabe aprecia la buena comida-dijo mi tía con muchas ganas de restregárselo a toda la familia.

Yo solo los ignore y observe al extraño por un momento, era como recordaba: aspecto desaliñado, barba larga, un rostro muy apuesto, una ropa harapienta pero ahora su camiseta estaba rota y tenia una venda tapando la herida de su costado, pero lo que mas me impresiono fueron esos ojos azules preciosos como lapislázulis.

El extraño se dio cuenta de mi presencia y me miro, y a mi ya se me bajo el santo al suelo, porque me sonrió con su dentadura perfecta y me quede embobado mirándolo a esos ojos azules.

Me exalto porque mi madre chasque sus dedos en frente mía y me dice- espabila y deja de mirar nuestro invitado como un rarito, coje algo y desayuna antes de que se acabe la comida, después iremos con todos a hacer senderismo y no acepto un no por respuesta.

Ella se marcha a cambiarse y yo me siento en la mesa cogiendo un plato de gofres que había delante y empiezo a comer, quiero hablar con el invitado pero todavía no a parado de comer y estoy pensando si esta engullendo todo sin ni siquiera pararse a masticar o respirar.

-Se llama Iván y el pobre no a probado bocado en días-dice mi tía Estela sentándose a mi lado mientras se come sus pastas con té.

-¿Y eso?- le pregunto.

-Llevaba toda mi comida en una mochila de acampar y lo perdí todo cuando intente cruzar un rio en mitad de la montaña, por eso no me he podido ni cambiar de ropa- me dice Iván mientras se limpia con una servilleta y termina su baso de zumo.

Me estremezco al escucharlo hablar, lo miro y tiene una mirada intensa y intimidante en su bonito rostro masculino.

-Pero que hacías acampando con este tiempo y que te paso para que te hicieras esa herida- le pregunte con curiosidad.

-Pues soy naturalista y me dedico a estudiar las plantas del lugar, sobre todo las setas de época y hago un estudio para mi universidad, ya sabia que llovería por eso viene preparado con equipo impermeable pero lo arrastro todo el rio corriente abajo cuando me caí- suspira con pesar- y esta herida me la hizo un maldito lobo mientras estaba echando fotos al paisaje, me sorprendió por atrás y no puede esquivarlo a tiempo- hace una mueca por el dolor de la herida- y al poder huir de el, salí corriendo en dirección al sendero turístico de senderismo y al ver la cabaña con las luces encendidas fui a pedirles ayuda-termina relatando.

-Hay dios mío pobrecito eso si que es tener mala suerte, no te preocupes nosotros te dejamos quedarte hasta que te recuperes-dice mi tía Estela.

Entra mi madre y mi padre en el comedor-si quieres podemos ir a buscar tus cosas y tu tienda de acampar cuando salgamos a hacer senderismo-dice mi padre.

-Eso seria maravilloso muchas gracias señor-dice Iván con alegría.

-Nosotros saldremos ya, tu quédate descansado para que mejores-dice mi madre haciéndome una seña para que nos vayamos.

-No es un poco raro que dejemos a un desconocido en la cabaña-le dije a mi madre ya en la puerta saliendo.

-No te preocupes he hablado con el antes y no me pareció un mal chico, anda vamos- me animo mi madre a continuar.

Yo solo pensé que había una cosa que no me cuadraba de la historia de Iván, los lobos nunca van solos, siempre en manadas a no ser que fuera un solitario.

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