CAPITULO 36 (MAX)

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Dejé el celular en el escritorio luego de hacer una videollamada con Gill. No veía la hora de regresar a Manhattan. Las ganas de trabajar en Bortex eran mayores. Quería volver a mi rutina habitual para sentirme útil, además de querer despejar mis pensamientos de una mujer que había robado toda mi atención en ese viaje.

Sentí cómo mi cuerpo se relajaba al ver la goma para el pelo que había olvidado en la habitación. Tanya me la trajo esa mañana y se me ocurrió la infantil idea de ponerla como excusa para volver a verla.

Pero la conservaría. El color era semejante al de sus ojos, y mentiría si dijera que después de todo lo que pasó entre nosotros no quería un recuerdo de ella. Al menos.

Mi celular sonó con mensajes. Supe que Charlotte y Thomas habían llegado para cenar con nosotros esa noche.

Ellos estaban en el jardín sentados en la mesa de cemento. Tanya había puesto la comida y estaba preparando unas bebidas en la cocina.

Cuando me vieron ambos se levantaron para saludarme.

—Por fin das señales de vida —dijo Thomas.

Lancé un bufido mientras iba a darle un abrazo a Charlotte. Ella frunció el ceño.

—¿Dónde está Kayla? Pensé...

Traspasé con la mirada a Thomas, quien se encogió de hombros con una sonrisa.

—Ya se fue.

Charlotte me miró con desaprobación.

—Debiste decirle que viniera, me encantó verlos juntos en el baile.

En realidad no necesitaba esa conversación para seguir martillando mis pensamientos.

—No es lo que piensas, Charlotte.

Thomas chasqueó la lengua.

—No te había visto sonriéndole así a una mujer, deberías...

—Deberían seriamente parar de hablar de ella. Hablo en serio.

Charlotte le frotó el hombro a Thomas.

—De acuerdo, pero sí podemos hablar de tu despedida el domingo.

Agité la cabeza.

—No es necesario.

—Claro que lo es —dijo Thomas—. A no ser que vayamos a Nueva York estoy seguro de que no te veremos en mucho tiempo.

Al menos estábamos de acuerdo en algo. Dudaba mucho que regresara pronto, y menos sabiendo que las cosas podrían ser diferentes cuando volviera.

Las ventajas de no conocerte [PRIMERA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora