CAPITULO 38 (KAYLA)

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El viernes a las 6:00 Austin pasó a recogernos a Philip y a mí para ir a la feria de postres, ya Carter y Holly estaban de camino.

En el auto, miré hacia atrás para ver a Philip, sus cejas tupidas estaban fruncidas.

—¿Todo bien, pequeño?

—¿Por qué no invitaste a Max?

Austin me miró con una mueca.

—Sí, Kayla, ¿por qué no lo hiciste?

Lo golpeé en el hombro antes de volverme hacia Philip.

—Él casi se va del país. Tiene cosas que hacer.

—Oh —sonaba decepcionado—, ¿y no te vas a despedir? tienes que despedirte. Si lo ves dile que dije adiós.

Froté mis manos al recordar la improvisada despedida que tuvimos. No dejaba de traerme un sabor amargo a la boca.

—Creo que no es lo mejor —dije, tal vez más para mí misma que para él.

—¿Por qué? Son amigos.

—Tal vez... porque quisiera pasar más tiempo con él y no puedo. —Fue como si la honestidad me hubiera forzado a decir las palabras.

Estaba tan perdida en mi mente que no me había dado cuenta de las miradas vacilantes de Austin y Philip. Tragué saliva y le dirigí una pequeña sonrisa.

—Sabes que odio decir adiós. Es muy triste.

—Hay videollamadas gratis y él puede venir a veces.

Austin sujetó mi mano cómo si supiera lo mal que realmente me sentía.

Le di la razón a Philip y regresé la vista al frente.

Me costaba hablar de la distancia cuando nuestra "relación" no era una relación de amigos normales, no se había desarrollado en los mejores términos.

Te hubiera gustado conocerlo en otras circunstancias.

Suspiré cuando esas palabras se instalaron en mi cabeza. En otras circunstancias Max no me hubiera conocido tan bien; no me hubiera sentido tan cercana a él cómo lo sentía a ese punto.

¿Qué es lo que quieres de él?

No lo sabía. Solo sabía que me gustaba su compañía, su conocimiento sobre mí. Y aun así, los "peros" estaban resonando en mi cabeza cuando trataba de tomar una decisión.

Llegamos a la feria en pocos minutos. Austin estacionó cerca de la entrada ya que habíamos llegado temprano y no había tantos autos alrededor.

Luces de techo decoraban toda la calle hasta el fondo, iluminando los stands a cada lado.

—Ahí están —dije Austin cuando vio a Holly y a Carter entre la gente.

Caminé con Philip sujetado de la mano. Después de recordar lo que pasó cuando tenía ocho años gracias al incidente de Max, no quise correr el riesgo.

Holly y Carter se acercaron discutiendo entre ellos.

—Basta, Holly, no voy a hacerlo.

—¿Hacer qué? —pregunté.

—Comer disparates toda la noche.

—Pero ese es el punto —dijo Philip confundido.

Austin se rió mientras le chocaba los cinco. Aunque iba a controlar a Philip no podía privarlo de sus gustos. Yo misma quería endulzar el sabor amargo que no había abandonado mi boca después de la reunión con mi padre.

Holly giró los ojos.

—Tal vez haya algo que diga healthy.

Caminamos por la calle viendo los stands. Me quedé un poco atrás para hablar con Holly mientras Philip, Austin y Carter hablaban sobre los mejores postres.

—Tiré fotos estupendas en la fiesta, y descuida, te tomé una con Max Bennett. —Sacó de su bolso una fotografía y me la entregó—. ¡De nada!

Alcé las cejas. Era de cuando estábamos bailando. Lucía demasiado guapo con ese traje, me enfoqué en la mano que tenía en mi cadera. La forma en que me había sujetado seguía provocándome flashbacks que sonrojaban mis mejillas.

Una sonrisa tiró de mis labios por lo bonita que estaba.

—Holly... Jesús.

—Pensé que te encantaría.

Asentí a pesar del nudo en mi garganta.

—Gracias.

Ella se detuvo para mirarme con atención.

—No sé cómo describirlo pero hay algo extraño entre ustedes que asusta. En el buen sentido. Lucían muy lindos, Kayla.

—Gracias pero... solo somos amigos.

Ella se encogió de hombros con una risa.

—Quisiera tener un amigo así. Bueno, realmente no. No pudiera resistirme.

Me reí al tiempo en que señalaba a Austin y a Carter.

—Tienes amigos así.

Holly se estremeció.

—No puedo ver a esos dos por debajo de su cintura. Asco.

—Eres terrible.

—Kayla —me llamó Austin a unos pocos metros de nosotras—, Charlotte Darrell está en ese stand de allí.

Había olvidado que ella iba a estar ahí.

—¿La saludaste?

—Lo hicimos —dijo Philip con el ceño fruncido—. La señora sabía quién era.

—Es que te mencioné en una cena que tuvimos. —Miré por encima de ellos, efectivamente estaba de espaldas—. Iré a saludarla. No se alejen demasiado.

Guardé la foto de Max mientras me dirigía hacia Charlotte. Cuando me vio se disculpó con las personas con quien estaba hablando y se acercó a mí con una sonrisa.

—Querida, ¿cómo estás?

Caminamos un poco hasta el centro de la calle.

—Supuse que vendrías, ese niño Philip es adorable. —De repente sus ojos se apagaron—. Pensé que Max vendría con ustedes, pero me dijo que estaba ocupado.

Asentí. No estaba feliz de haber tenido razón.

—Sí... No nos hemos visto desde el lunes pero me había dicho que ya se iba.

Ella le dio ligeros masajes a su estómago.

—Era por eso que quería hablar contigo, querida. El domingo en la noche vamos a estar en el restaurante de Hyde Park como despedida. Él no parece tener ganas de ir pero estoy segura de que apreciaría si fueras.

—Bueno, no estoy segura de que...

—Estoy segura. —Me miró apenada—. Espero que no nos creas entrometidos pero sería bueno que ambos se despidan.

Había notado cuánto le importaba Max a Thomas y a ella. No podía culparla.

—No se preocupe. Hmm... y sí, también me gustaría.

Charlotte sujetó mi mano con ternura.

—Te espero allá.

Cuando se alejó pensé en Brandon. Había hecho algo que estaba segura de que me iba a costar una discusión con Max. Sin embargo, esta tenía que ser una señal. Las ganas de verlo antes de que se marchara nublaron cualquier razón que me impedía ir a verlo una última vez.

Las ventajas de no conocerte [PRIMERA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora