CAPITULO 8 (MAX)

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Kayla... con que así se llamaba la mujer de la libreta. Haberla visto con ella en mano el día anterior tenía sentido, era periodista. Me hubiese reído por no notarlo antes, pero la sorpresa de verla otra vez solo me hizo fruncir el ceño. Sinceramente no quería volver a verla. Todo lo relacionado con la vida de mi padre podía irse a la mierda. Y al ver lo incómoda que ella estaba con mi presencia estaba seguro de que el sentimiento era mutuo.

No pude evitar mirarla cuando se sentó en la silla con dirección a la mía, y ella hizo todo lo posible por no chocar miradas conmigo. Me hizo gracia su incomodidad. Sus mejillas habían tomado un tono rosa, y retiraba su cabello detrás de la oreja como una manía nerviosa. Incluso cruzó las piernas. Lo que me hizo recordar su atuendo de la noche anterior, no debería usar pantimedias para ocultarlas...

Me froté el entrecejo mirando hacia otro lado, iba a ponerla más incómoda si me quedaba observándola como un idiota.

Apenas noté cuando el dueño de la revista me señaló, parecía estar emocionado de tenernos a ambos ahí.

—A lo mejor han escuchado de él, tiene un bar en Manhattan llamado Bortex.

El chico al lado de Kayla, Austin si no me equivoco, asintió con buen ánimo.

—Por supuesto, dicen que es genial. Desde que vaya planeo ir para allá.

—Seguro —dije—, cuando vayas házmelo saber.

La mujer no parecía interesada en lo más mínimo.

—Puede que sea pronto. —Mencionó el señor Pierce—. Este año la feria de empleos es probable que sea en Manhattan.

La noticia pareció sorprender a Kayla en el mal sentido, a diferencia de su compañero quien chocó las manos como si hubiese recibido un bono extra.

—Los espero allá.

—¿Y qué te trae por aquí?

—Vacaciones, tenía años sin visitar el país.

Por un momento creí ver una sombra de curiosidad en los semblantes de Kayla. Le dirigí una mirada incitándola a preguntar pero ella desvió la vista para evitarla.

El señor Pierce chocó las manos en su escritorio.

—Espero que disfrutes tu estadía.

Incliné la cabeza con respeto.

—Bueno, jóvenes —siguió diciendo—, el señor Darrell quiere hacerles saber que con gusto estará aquí el lunes para responder sus preguntas. —Nos miró con atención a Thomas y a mí—. Quería proponerles ahora que están ambos aquí, si pudiéramos mencionarlo en el artículo, señor Bennett. Ya que son buenos amigos sería vital para la parte biográfica.

Thomas se irguió en el asiento.

—Sería excelente.

Negué con la cabeza, no me gustaban los medios. Suficiente tenía con Instagram.

—No es necesario.

—Vamos, Max —dijo Thomas—, son solo unas palabras sobre nosotros, al fin de cuentas empezamos esto juntos.

Dudé. No estaba allí para involucrarme en esas cosas. Pero no quería hacer quedar mal a Thomas.

—De acuerdo.

El señor Pierce se puso de pie, conforme.

—Perfecto, entonces pueden pasar a ver el edificio. Kayla y Austin los acompañarán.

La mujer volvió a retirar un mechón detrás de la oreja. Era obvio que no había superado lo que pasó en el club, y verme no la tranquilizaba en lo más mínimo.

Las ventajas de no conocerte [PRIMERA PARTE]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora