❝Y entonces de repente te veo entre la gente; durante una mirada el universo se detiene; volvemos a estar juntos y el alma se nos prende, de pronto comprendemos que lo nuestro es para siempre❞ -La Oreja de Van Gogh
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Tú, nubes y lluvia You, clouds and rain _____
Aera levanta su copa de soju, sus ojos brillan con alegría mientras brinda con sus amigas en el bullicioso restaurante de pollo. Ríen entre sorbos, compartiendo historias que solo se atreven a contar después de unas copas. El aroma del pollo frito impregna el aire, creando una atmósfera de celebración.
—¿Qué te hizo organizar un plan, Aera?—preguntó Yonna mientras tomaba un trozo de pollo de la canasta.
Aera, ya un poco mareada, dejó que su personalidad extrovertida se hiciera presente.
—Oye, ¿por qué hablas como si fuera la aburrida, eh?
—No es que seas aburrida, pero es extraño que tú hayas organizado el plan en lugar de nosotras—, señaló Yonna. Aera asintió, reconociendo la validez de su observación.
—Tiene razón. La última vez que organizaste algo así fue hace mucho tiempo. —señaló Yu-ri mientras movía la mano hacia arriba, las tres estaban visiblemente ebrias.
—Verdad, fue en primer año, creo, no recuerdo —comentó Yoona, fijando la mirada en un punto distante para recordar.
Aera, a pesar de su estado embriagado, aún podía recordar ese día. Fue semanas después de su ruptura, cuando descubrió que Jungkook estaba de fiesta mientras ella consolaba sus penas con un bote de helado. Fue entonces cuando llamó a las chicas para salir a beber.
—Idiota —, soltó Aera sin más, provocando la reacción de sus amigas.
—¿Por qué me llamas idiota? —gritó Yu-ri, haciendo que Yoona y Aera saltaran.
—No te lo dije a ti —respondió Aera, alzando la voz.
—En serio, lo siento —se disculpó Yu-ri, inclinándose en señal de arrepentimiento.
Yoona estalló en carcajadas, seguida por las otras dos. Las tres reían sin razón aparente, y los pocos comensales presentes ni se inmutaban, ya que a estas horas era común encontrar gente ebria en los restaurantes.
—Señora, dos botellas de soju —, gritó Aera. La señora asintió, llevó las bebidas a su mesa y las colocó junto a unas cinco botellas de soju vacías, el alcohol ya impregnado en sus sistemas de las tres amigas.
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