Capítulo 18

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JENNIE

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JENNIE

Me agarro con una mano al marco de la ventana y miro cómo las luces de la calle proyectan sombras sobre la espalda de Lisa, que está sentada con las rodillas apoyadas en el pecho, de espaldas a mí, en la escalera de incendios. Llevo aquí casi cinco minutos y ella no se ha movido en todo el tiempo.

Ya no jadea como hace un par de minutos. Sus hombros se han relajado un poco. Dudo otro segundo y me agacho lo suficiente para asomar la cabeza por la ventana.

"¿Lisa?" La llamo. "Lisa, ¿estás...?".

Me detengo al darme cuenta de que no sé lo que estoy preguntando. Ni siquiera sé qué demonios está pasando. De lo único que estoy segura es de que decirle que podría estar enamorada de ella ha sido el mayor error que he cometido en mucho tiempo. Se me revuelve el estómago y tengo el cuerpo tan entumecido que me cuesta mover los labios para hablar.

Veo que Lisa se estremece y gira la cabeza lo justo para responderme por encima del hombro. "Creo que ya puedo volver dentro".

Me hago a un lado para dejarle espacio y ella vuelve a meterse bajo la ventana. Cuando deja caer los pies al suelo, veo que las puntas de los dedos empiezan a ponerse blancas por el frío metal de la escalera de incendios.

Algo me oprime el corazón. Quiero llevarla a la cama y meterle los pies bajo las mantas. Quiero abrazarla. Quiero volver a besarla. Quiero borrar los últimos diez minutos y empezar de nuevo.

Con las cortinas abiertas, es más fácil navegar por la oscuridad de la habitación. Lisa pasa por encima del revoltijo de sábanas aún iluminado por las luces del suelo y coge su camisa de donde la había tirado junto a la cama. Solo cuando veo cómo se la pone por la cabeza me doy cuenta de que sigo en ropa interior.

No ha hablado y no me atrevo a intentar hablar de nuevo, así que la sigo y recojo mis cosas del suelo para vestirme. Me siento como si flotara sobre mi propio cuerpo, haciendo movimientos que no puedo detener aunque todo lo que tengo me grita que esto está mal, totalmente mal.

No debería ser así.

Cuando me he puesto los pantalones, se da la vuelta para mirarme, pero mantiene la mirada en el suelo. Sólo nos separan unos metros, pero podría estar a kilómetros de distancia. Siento que se cierra, como si intentara meter todo lo que acaba de pasar en la caja de la que lo sacamos.

"Lo siento", dice.

Abro la boca para decirle que no se disculpe, pero las palabras mueren en mi garganta. No hacemos más que dar vueltas en círculo, pidiendo perdón por cosas que no tenemos por qué pedir porque no sabemos qué más decir.

Aprieto los puños y siento una oleada de frustración.

Así no es como se supone que debe ser, y no quiero volver a meterme en una caja en la que ya no encajo.

Llámalo como quieras ┃ JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora