Capítulo 7

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LISA

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LISA

"Vamos a hacerlo delante del espejo para que me puedas enseñar todos los pasos", dice Jennie. "Toma, voy a acercar la luz".

Cojo su kit de maquillaje y me dispongo a sentarme con las piernas cruzadas en el suelo frente al espejo mientras Jennie atraviesa la habitación a grandes pasos, arrastrando tras de sí su lámpara por el suelo.

"Ya está", dice, dejando escapar un resoplido mientras se une a mí en la alfombra.

"Debo advertirte: Creo que no he maquillado a otra persona desde la última vez que fui a una pijamada grupal, cuando tenía como trece años".

Ladea la cabeza. "¿No has ido a una pijamada desde que tenías trece años?".

Me encojo de hombros y finjo estar ocupada ordenando el maquillaje. A veces digo cosas pensando que son totalmente normales y luego me doy cuenta de que he indicado sin querer lo jodida que era mi vida en el instituto.

"¿Tus padres no te dejaban tenerlas?".

Abro un rímel y actúo como si me fascinara la varilla. "No, sí me dejaron. Es solo que... bueno, en realidad en el instituto no tuve todo eso del escuadrón de chicas".

Levanta una ceja. "No puedo imaginarte teniendo o queriendo un grupo de chicas. Realmente desprendes esas vibras de lobo solitario".

Porque así es más fácil.

En lugar de explicarme, tapo el rímel y uso el tubito para pincharle la rodilla. "Te tengo a ti. Somos un escuadrón, ¿verdad?"

Ella asiente. "Somos totalmente un escuadrón".

"Vale, colega, acércate para que pueda ponerte cosas en la cara".

Se desliza por la alfombra hasta que estamos lo bastante cerca como para que nuestras rodillas choquen entre sí. Abro su estuche de brochas con mango rosa y saco una con punta de espiral.

"Me gusta hacerme las cejas primero", le digo. "Sólo un cepillado y luego un poco de gel para mantenerlas en su sitio".

" Bien, genial. Tengo gel".

Me inclino hacia delante, lo bastante cerca como para sentir el cálido aliento de su respiración mientras con una mano le presiono la frente y le inclino la cabeza hacia atrás y con la otra le peino las cejas. Cuando he conseguido la forma deseada, ella me da el gel y yo le fijo las cejas antes de girarla hacia el espejo para enseñarle lo que he hecho.

Percibo que mi cuerpo entra en un estado de concentración, relajado pero alerta, mientras sigo los siguientes pasos. Tracy ronca lo bastante fuerte como para que la oigamos incluso desde el suelo; el lento ritmo de su respiración es el único sonido, aparte de nuestras propias inhalaciones y exhalaciones, cada vez que hago una pausa en mi explicación de lo que estoy haciendo.

Llámalo como quieras ┃ JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora