Capítulo 8

1.9K 259 119
                                    

JENNIE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

JENNIE

Aparezco en la cafetería con diez minutos de antelación, agarro el pomo de la puerta y me asustó tanto que me doy la vuelta para dar un recorrido por la manzana. La nieve fresca cruje y rechina al compactarse bajo mis botas.

Las calles están tranquilas para ser sábado, aunque los fines de semana el vecindario de estudiantes suele tardar al menos hasta mediodía en ponerse en marcha. Paso junto a unas cuantas casas tan deterioradas y descuidadas como en la que vivo, y mis pisadas son las primeras en abrirse paso a través de los cinco centímetros de nieve que cayeron durante la noche. Mis botas de nieve no combinan con mi atuendo, pero ni siquiera una cita con Sohee ha sido suficiente para que renuncie al calzado adecuado como hace Lisa.

En cuanto pienso en Lisa, me detengo en medio de la acera. Un ruidoso coche pasa a mi lado, la nieve que levantan sus neumáticos se une a las altas aceras que delimitan la calle, pero yo me quedo donde estoy. Las imágenes de la noche anterior que se reproducen en mi cabeza son tan vívidas que no confío en mí misma para caminar al mismo tiempo que lucho por alejar los recuerdos.

Al menos creo que son recuerdos. Los diez minutos anteriores a la aparición de Taeyong están borrosos, como si estuviera recordando algo que ocurrió hace años, o algo que ocurrió después de que Taeyong trajera tantos seltzers, no antes.

No hay explicación para el modo en que esos minutos con Lisa en mi regazo se volvieron tan confusos y desorientadores. Es como si estuviera viendo dos películas en la misma pantalla: una en la que Lisa y yo somos mejores amigas que hacen cosas ridículas como sujetarse mutuamente para hacerse maquillajes imperfectos sin pensárselo dos veces, y otra en la que cada roce de sus dedos contra mi cara hace que me arda la piel.

Eso es lo que sentí: como si me estuviera quemando, como si me estuviera pintando la cara con fuego en lugar de maquillaje, como si estuviera quemando todo lo que creía saber de nosotras hasta llegar a algo crudo y sexual.

Sacudo la cabeza y empiezo a caminar de nuevo por la acera, con la cabeza reclinada contra la ligera brisa que sopla en la fría calle.

¿Sexual? ¿En serio? Es Lisa, por el amor de Dios.

No ha habido nada sexual en la forma en que hemos compartido su cama después de innumerables noches de borrachera viendo novelas de fantasía en su apartamento. No ha habido nada sexual en las veces que hemos ido por la calle gritando canciones pop después de tomarnos demasiadas copas en Taverne Toulouse, cogidas de la mano todo el camino de vuelta a casa. No ha habido nada sexual en esos momentos en los que me ha abrazado y ha apoyado su barbilla en mi cabeza cuando más lo necesitaba.

Sí, estuve un poquito enamorada de ella durante la primera semana de clase, pero también lo estuve de casi todas las chicas de nuestro programa esa semana. Era una lesbiana recién salida del closet en la universidad de artes; mi cerebro era básicamente un rayo láser disparando flechazos a diestro y siniestro.

Llámalo como quieras ┃ JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora