Capítulo 1: Maracuyá

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Nunca quiso ofender tanto a una dama. Y sólo pensarlo le dan ganas de clavarse una estaca en el corazón.

Las cosas ya eran una mierda, lleva semanas enfermo, apenas puede dormir y el frío lo empeora en casi todos los sentidos posibles.

Era una isla invernal, la estación que menos sabe manejar, tuvieron que enfrentarse a todos los retos imaginables para conseguir atracar, desde marines hasta reyes del mar. Y entonces, justo cuando llegan, antes incluso de que puedan echar un vistazo a la ciudad, empieza una ventisca, dejaron a Brook atrás en el barco, por suerte.

Y ahora, para empeorar las cosas, la señora que les alquiló una puta cabaña enorme acaba de insinuar que él estaba celoso de la atención indebida y mal dirigida que le estaba prestando a un estúpido marimo de mierda. No pasa nada. Él prefería que le prestaran atención a él, claro, pero la entonación que ella usó insinuaba otro tipo de celos...

Y como, vale.

No es como si ese maldito espadachín anduviera por ahí con un cartel que dijera '¡Advertencia! No tocar. Follamigo de Sanji'

Y así, tal vez, hay una posibilidad muy pequeña, invisible a simple vista, muy diminuta de hecho, que puede o no puede haber estado un poco molesto por la proximidad de la hermosa dama con el pelo negro como la noche y los ojos esmeralda y un espadachín tuerto con el pelo igualmente verde.

Pero, hay una razón muy plausible para esto.

Está estresadísimo, está enfermo, se siente solo y sensible y tiene náuseas y la mencionada posición de follamigo, unida a la rareza de una habitación exclusiva y una cama tamaño king, le hizo tener la ridícula idea de echar un polvo esta noche.

Pero sí, este barco ha dado un golpe de efecto de la hostia, y él no va a ser el que se queje por ello. Porque sí.

De repente, de un minuto a otro, todas las ganas que tenía de acostarse con ese idiota de pelo verde, se convirtieron en frialdad y mucho odio.

Porque al final iban a volver al barco, y cuando ese espadachín de mierda se le echara encima queriendo echar un polvo, se iba a acordar de esa mano pálida de garras rojas trazando la cicatriz de su pecho.

Y vale, en la intimidad de su maldita mente, realmente de vez en cuando, ha estado estudiando la posibilidad de que, quién sabe, algún día, le ponga una etiqueta a su relación.

No es como si la tripulación no lo supiera, y ellos son los únicos que importan. De hecho, fue Usopp quien le metió esta absurda idea en la cabeza, con un puto comentario sarcástico que le clavó eso de la etiqueta.

"¿Cómo es posible que tú, el tipo que se gastó una fortuna en una máquina etiquetadora, etiquetó todos los recipientes de comida y, literalmente, le pegó una etiqueta a la cafetera que dice 'Cafetera', tengas una relación sin etiquetas?".

Bueno, es simple. La cafetera es suya. Poner una etiqueta en los utensilios de cocina no es más que su propia manera de hacer frente a la flagrante sensación de no pertenecer nunca a ningún sitio. Cada etiqueta que le pone a las cosas significa que siente que le pertenece, así que le ayuda a tener un sentido de la realidad, se siente necesitado por el equipo, por la cocina...

Por eso Franky no dijo nada cuando encontró una pequeña etiqueta en la barandilla de Sunny que decía "Cocinero".

Es su forma de sentirse parte de las cosas.

Y diablos, parece que no es parte de lo que creía que era.

Y que Dios le ayude, puede que tenga algunos pequeños sentimientos no sexuales por el espadachín. Pero, ¿y qué?

La Mitad No Es Suficiente - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora