Capítulo 4: Uvas

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Dulce y picante, así era Sanji, así le gusta a Zoro. El rubio está caliente, lleno de fuego, su suave piel lechosa se calienta bajo las manos sedientas y callosas de Zoro, sediento de tocarlo, de sentir su calor, de oirlo. La voz ronca gimiendo tan suavemente en su oído, como si se burlara de él, y secretamente Zoro sabe que podría alcanzar el orgasmo sólo con escuchar a Sanji suplicando más, suplicando por él.

No sólo por su cuerpo musculoso y compacto, su cintura delgada y sus muslos torneados, no sólo por su hermosa sonrisa y sus ojos color océano, su amabilidad o su talento para la cocina, sino que Sanji podría tener a quien quisiera, piensa Zoro. Podría estar suplicando por cualquier otra ahora mismo, podría ser así de deliciosamente bello con otra, pero él le quería a él. Y el orgullo de Zoro se infló y su miembro se ponía cada vez más duro con sólo oírlo decir

"Zoro"

Todo su cuerpo estaba más sensible, un leve roce le hacía vibrar de placer, de necesidad, y Zoro lo sabía, lo sentía tanto como él.

Estos eran los momentos en los que Sanji se permitía entregarse, dejar que su mente flotara y se desconectara y simplemente sentir. Sentir como Zoro se alimentaba de él, como lo disfrutaba al máximo, de la forma que quisiera, y Sanji se sentía mimado en eso, se sentía caliente al ver como un hombre tan grande y poderoso se rendía al placer que él obedientemente le proporcionaba, al ver como ese ojo estudiaba su esbelto cuerpo, como esa sonrisa sádica le hacía rendirse aún más, le hacía pedir, suplicar sentir más, siempre más.... Lo más profundo, lo más rápido, lo mejor que Zoro tenía para dar era suyo, y sólo suyo. Toda la lujuria de Zoro era para él, toda la brutalidad de sus embestidas era para Sanji, sólo para él, y lo quería ya, no podía esperar.

"Por favor, lo quiero"

La lengua de Zoro recorrió la longitud de su cuello, su mano se apretó en su muslo con deseo, dos dedos gruesos y callosos que entraban y salían de él rápidamente, entrando profundamente en su interior, ensanchándolo y rodeándolo mientras salían, quería tocarse y correrse allí mismo, su cuerpo echaba de menos a Zoro por completo, cada centímetro de él.

"¿Qué, hm? ¿Quieres pedirme algo?" Zoro susurró suavemente en el oído de Sanji, seguido de un mordisco en su cuello.

El rubio levantó las caderas para sentir más de lo que le estaba dando, con los labios ya hinchados por los besos y mordiscos salvajes que le estaba dando en un intento de no gritar de placer.

Movió las caderas hacia Zoro, pidiendo más.

Pero Zoro no lo permitiría, iba a torturarlo hasta que obedeciera, hasta que suplicara.

Y aunque en el fondo su orgullo se vería herido, como cada vez, suplicaría mil veces si era necesario, en todos los idiomas que conocía.

"Yo... por favor" Su voz jadeante no era más que un gemido susurrado de palabras inconexas que se reducían a una sola cosa, "Fóllame"

"No te he oído bien, habla más alto" se burló Zoro, abusando de los rosados pezones del cocinero mientras sus dedos hacían ahora movimientos circulares alrededor del exterior de su entrada, haciéndole jadear pidiendo más "¿Qué quieres, rubito?".

"Fóllame, Zoro. Necesito que... me folles, fuerte", suplicó Sanji, sintiendo cómo el espadachín le agarraba el culo con fuerza y le subía las piernas por el pecho.

Rozó con su miembro la entrada del rubio, burlándose de él todo lo que podía, entrando lentamente y luego retirándose, haciendo que Sanji gimiera contrariado, era más que placentero ver cuánto lo necesitaba Sanji, cuánto necesitaba tenerlo dentro, tanto como Zoro.

La Mitad No Es Suficiente - ZosanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora