El olor de la sangre impregnaba el aire a su alrededor como si manchara sus pulmones, apoderándose de cada pizca de cordura que alguna vez había tenido, cobre, la sangre olía a cobre, el mismo olor metálico que le revolvía el estómago de asco, el olor del hierro, el olor de la máscara. Y por mucho que quisiera, que necesitara tanto abrir los ojos, no podía, nunca podría.
Hacía frío, más frío del que le importaba recordar, había nieve teñida de escarlata por la sangre caliente que goteaba de él, de todos, de todo. Mucha sangre, más sangre de la que le hubiera gustado ver. Sangre como la que había visto en Thriller Bark.
Uno, dos, tres. Siempre tres, nunca cuatro.
Sanji quería abrir los ojos más que nada en su vida, y no podía. Sus manos, ensangrentadas y entumecidas, notaba como uno de sus huesos le desgarraba la piel de la pierna, tenía una gran herida en la cabeza y juraría que ya podía estar alucinando todo aquello por el fuerte golpe de su cráneo contra el suelo, y no le importaba, no podía estar seguro de la realidad, no quería.
Cuando los ojos se cierran, los oídos se abren, sabe que están vivos, todos están vivos, pero ¿a qué precio, no? Y fue culpa suya.
Había sangre en sus compañeros, mucha sangre, porque había fracasado como nakama.
Heridas y gemidos de dolor en la querida y delicada Nami-san, porque no pudo protegerla.
Robin-chan estaba desmayada, inconsciente por el gran esfuerzo que había hecho con sus habilidades, estaba cansada porque había luchado a un nivel que nunca antes había hecho, y su cuerpo no pudo soportarlo. Porque había fallado.
Falló a todos y cada uno de sus nakamas, falló a Zoro, falló a Zeff. Y ni siquiera podía abrir los ojos para enfrentarse a la devastación de sus actos, o la falta de ellos. Ni siquiera pudo abrir los ojos para enfrentarse a sus compañeros, no tuvo fuerzas para murmurar una disculpa a sus hijas, por haber sido débil al intentar protegerlas.
Y podía sentirlas, quizás eso le dolía más que nada, podía sentir como sus pequeñas se le escapaban de las manos sin que pudiera evitarlo, podía sentir como el calor de la paz en aquel frío lugar se volvía casi demasiado caliente, podía sentir como el hielo le quemaba la piel y no podía importarle, ya no podía. Quería que le importara, quería levantarse y luchar y correr a ese maldito lugar y rugir y recuperar a sus hijas, quería que Zoro, inconsciente en el Sunny, si es que aún estaba allí, quería que Zoro despertara y viera que había conseguido proteger a su familia, a su tripulación. Quería que Zoro viera que era un igual, que haría cualquier cosa por sus hijas, cosa que hizo, pero ¿cómo podría? Zoro nunca fallaba.
Cada vez que Germa se les acercaba, Zoro los detenía, con todo lo que tenía. Cada maldita vez que Germa intentaba llevarse a sus hijas, Zoro mataba un poco de ellas, hería un poco el orgullo de Judge, ponía un poco más de admiración en su corazón, en su corazón que cada día se convertía en el de Zoro. Y la única vez que Zoro no pudo, falló.
Fracasó y perdió a su tripulación. Fracasó y perdió a los grandes amores de su vida. Perdió a Aoi, su dulce niña, perdió a Sora, su pequeña princesa, perdió a Ami, su pequeño angelito.
Permitió que se las llevaran al infierno, era demasiado débil para ser su padre.
Tal vez debería haberlas dejado con Zoro después de todo.
Los ojos se le abrieron de golpe, el sudor le goteaba por la frente, las sábanas se le enroscaban en las piernas como serpientes, todo el cuerpo le entró un sudor frío y, antes incluso de que pudiera discernir las formas oscuras y borrosas que tenía delante, sintió que la calma volvía a él en forma de un abrazo cálido y musculoso. Un abrazo que siempre le devolvía a la realidad.
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La Mitad No Es Suficiente - Zosan
FanfictionMpreg. Sanji quiere algo entero para sí mismo por una vez. Zoro quiere admitir que ama a Sanji más que a nada en su vida. Y ahora tendrán que solucionarlo, para bien o para mal. De Nina_Per_Nina en ao3, yo solo traduzco de inglés a español . El arte...