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Liam se sintió aliviado cuando, por fin, llegaron a la sala de espera de la terminal de salidas internacionales del aeropuerto. La zona de las Líneas Aéreas de Singapur era la más lejana y el Omega no había dejado de arder de vergüenza por la forma en que casi todos los Alfas con los que se había cruzado se volvían para mirarlo. Zayn le había dicho que, como iban a pasar en el avión unas veinte horas, no se llevara nada apretado o incómodo y, los pantalones negros que había elegido se adaptaban a esa exigencia, además de no llamar la atención. El jersey verde menta también era de lo más casual, había decidido ponérselo sin alguna camiseta debajo, había pensado que, al cabo de las horas se podría sentir apretado, además era su jersey favorito. Teniendo en cuenta esos dos factores no se suponía que atrajera miradas, ni que se moriría de vergüenza por ello. 

Se dirigieron a una zona desocupada y Liam se sentó rápidamente dándole la espalda a la gente. Jean-Paul se sentó delante suyo, así que el orgullo le impedía mostrar señal alguna de incomodidad. 

—¿Quieres tomar algo, Liam? —le preguntó Zayn amablemente, pero con una extraña mirada en sus ojos.

—Café estaría bien.

—¿Jean-Paul?

—Iré contigo y te ayudaré a traer las cosas. 

El asistente personal en acción, pensó Liam. Pero el caso es que agradeció quedarse solo por un momento para tranquilizarse un poco. La ira de Zayn había desaparecido, pero seguía manteniéndolo lejos emocionalmente, extrañado por su súbito cambio de actitud y comportamiento. Era como si estuviera esperando que Liam volviera a su ser anterior, como si no confiara en lo que le estaba ofreciendo, aunque lo aceptaba bastante de buena gana. Tenía la sensación de que, si daba un mal paso, el calor que ahora había entre ellos se transformaría en algo más frío que la nieve del Monte Kosciusko. 

Sospechaba que el Alfa estaba resentido de alguna manera por haberse visto obligado a dar su brazo a torcer. No podía negar que él había sido bastante sinuoso. De todas formas, en esta ocasión, pensaba que el fin justificaba los medios. Eso le mostraria a Jean-Paul Calder que la cama de Zayn estaba bien y verdaderamente ocupada. Y también le mostraria a Zayn que una segunda luna de miel no era una mala idea. Realmente necesitaban apoyarse más el uno en el otro para construir algo mejor en su matrimonio. 

Cuando volvieron, Jean-Paul estaba hablando con Zayn de algo de negocios y, cuando estuvieron a su lado, lo miró con una sonrisa indulgente que hizo que Liam se sintiera como un niño mimado.

—Liz Copeland me dijo que te gustaría sentarte en mi asiento en el avión.

—No, yo no dije eso —protestó Liam inmediatamente. 

Jean-Paul se encogió de hombros. —Bueno. A mí no me importa, ya que he visto todo lo que hay que ver desde el avión muchas veces. Y no creo que Zayn tenga ningún problema en acercarse a mi asiento si quiere hablar algo de las reuniones que tendremos mañana. Se lo diré a la tripulación.

—No, por favor —respondió Liam, horrorizado. 

Zayn lo miró y frunció el ceño. Jean-Paul levantó las cejas como si Liam se estuviera comportando demasiado caprichosamente. 

—No se me ocurriría ocupar tu asiento ni interferir en los planes que han hecho —dijo el castaño recordando lo que habían hablado Zayn y él.

—No tiene importancia, Liam —afirmó el Alfa.

—A mí no me importa cambiar de asiento —continuó Jean-Paul.

—Pero a mí no me gustaría hacerles perder un tiempo precioso que necesitan para preparar esas reuniones tan importantes. No quiero cambiar de asiento. Tengo el mío propio y estoy contento con él.

Recuperando a su AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora