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Zayn estaba sentado en el reservado de Rules, el restaurante más antiguo de Londres y, uno de los más famosos del mundo. Esperaba que el lugar atrajera a Liam, ya que seguramente la comida inglesa no lo haría. Su ubicación en Maiden Lane, Covent Garden, le añadía un tono romántico. Era allí donde solía comer la gente del teatro.Cada minuto que pasaba tenía los nervios más de punta. El restaurante estaba lleno y, seguro que casi todos eran famosos, pero a él sólo le importaba la presencia de una persona y, si Liam no iba esa noche, no tenía ni idea de qué hacer a continuación.

Durante los últimos cinco días el Omega lo había expulsado de su vida. Zayn sabía que los mensajes que le había dejado en el hotel le habían sido entregados, pero Liam no había respondido a ninguno de ellos mucho mucho menos a los de su celular. Había pensado incluso en instalarse fuera del hotel y esperar a que el Omega saliera o entrara. Pero la imagen de Liam huyendo de él era demasiado descorazonadora. En lo más profundo de su corazón, sabía que era el castaño era quién tenía que decidir verlo. No podía salir nada bueno de obligarlo a algo que no quisiera. Las palabras que le había escrito en la nota que encontró estaban grabadas en su cerebro:

Necesito estar un tiempo lejos de ti. Por favor, déjame. No debería haber venido. Ha sido un error. Lo siento.

Lo sentía. Zayn odió esas palabras. ¡Los errores eran suyos, maldita sea! No de Liam. Había tratado de decírselo. ¿Habría leído alguno de los mensajes que le había dejado? ¿Sabría Liam que lo estaba esperando allí, deseando desesperadamente que fuera?

Miró de nuevo su reloj. Eran las ocho y tres minutos. ¿Lo habría pillado un atasco? El hotel estaba en Piccadilly, no muy lejos de allí y Liam era muy puntual, nunca llegaba tarde, le parecía una falta de respeto. El miedo que Zayn había tratado de contener empezó a escapársele de las manos. Aquello no tenía muy buena pinta. Se suponía que ése era el último día de su estancia en Londres. Al día siguiente se suponía que tenían que tomar el Eurostar, el tren que los llevaría de la estación Waterloo a París. Si no se veían allí esa noche, ¿estaría Liam en la estación al día siguiente? Si no era así, ¿qué demonios iba a hacer él?

Se pasó una mano por la frente, luego se apretó fuertemente los párpados y deseó con todas sus fuerzas que Liam apareciera por la puerta y le quitara de encima esa pesadumbre.

[...]

—¿Me acompaña, por aquí?

Liam asintió, un poco intimidado por el ambiente y por el camarero que le estaba ofreciendo acompañarlo hasta donde estaba la mesa de su reservación y sintió un destello de alivio cuando vio a Zayn allí. Estaba de lo más nervioso. Liam había permanecido un rato fuera, indeciso sobre si entrar o no. Ese encuentro iba a ser agotador. Pero iba a tener que suceder más tarde o más temprano y, en un restaurante como ése, por lo menos iba a ser civilizado.

Zayn tenía el rostro inclinado y apoyado en una mano, como si le doliera la cabeza... entonces la levantó y lo vio. Fue como si, de repente, sus pies ya no tocaran el suelo. Esa mirada contenía a la vez alivio, sorpresa y una feroz ansia que le llegó al corazón, asustandolo con su intensidad. Era como si el Alfa hubiera estado ansioso por verlo y se levantó inmediatamente. Liam pensó que era como si lo fuera a agarrar para que no se escapara.

Zayn se contuvo visiblemente y se quedó quieto, salvo el brazo con el que le indicó que se sentara. El castaño vio como tragaba saliva convulsivamente e hizo lo mismo. No era un encuentro fácil para ninguno de los dos. De el Alfa dependía lo que pudiera pasar en el futuro, sobre todo con los niños.

Zayn no dejó de mirarlo, provocándole una extraña sensación provocar semejante atención después de haber sido ignorado durante tanto tiempo. El pelinegro lo miraba como si estuviera desnudo, cosa que no era precisamente el caso, ya que el Omega había preferido descartar la imagen sexy para esa noche. Ya era demasiado tarde. Estaban en una encrucijada. Zayn, por supuesto, estaba muy atractivo con uno de sus habituales trajes. Liam dudó que hubiera algún Alfa más elegante en el restaurante. Incluso esa noche, con su matrimonio destruido, no podía evitar sentirse orgulloso de él.

Recuperando a su AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora