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Zayn se rió suavemente, pero Liam le cortó en seco esa risa. Le agarró la camisa y se la abrió de golpe, rompiendo todos los botones. Le metió una rodilla entre las piernas tratando de proporcionarle un roce provocativo en sus partes íntimas mientras le quitaba los pantalones. Pero el Alfa confundió sus intenciones.

—¡Ah, no, eso no! —exclamó Zayn. Entonces le metió las manos bajo los brazos y lo levantó, colocándolo sobre la cama. Inmediatamente después, fue Zayn quien le metió una rodilla entre las piernas y se colocó sobre el castaño.—Si quieres jugar a esto, por mí, de acuerdo.

Sintiéndose atrapado, Liam logró soltarse y lo tumbó de espaldas sobre la cama, colocándose encima y apoyándole las manos en el pecho para mantenerlo quieto. —¡Muy bien!—le gritó entonces.

—La violencia no es mi idea del placer sexual—gruñó el pelinegro.

—Ni la mía. ¿Dejarás de equivocarte conmigo todo el tiempo? ¿Y de pensar lo peor?

—Una rodilla en la entrepierna ...

—No tengo tres manos. ¿Cómo se supone que tengo que exitarte y desnudarte al mismo tiempo?

Zayn soltó el aire de sus pulmones y luego sonrió lentamente. —Bueno, sigue donde estás y ya me desnudaré yo. Y, si sigues sentado ahí, sobre mis costillas, podrás desnudarte delante de mi cara y excitarme un poco con lo que lleves debajo. Si no te importa.

Ese pensamiento lo excitó y esa excitación se impuso a su enfado. Tenía su atención. Podía hacer lo que quisiera. No tenía nada que perder y mucho que ganar, así que la perspectiva apartó todas sus reservas.

—Entonces suéltame las manos, Zayn —dijo sedosamente, sonriendo satisfecho. El Omega era quién estaba encima. Él que controlaba la situación.

El Alfa lo soltó, pero Liam todavía podía sentir su tensión, el deseo de medir su iniciativa si estaba fingiendo. Todavía no confiaba y Liam fue muy consciente de estar siendo sometido a prueba. De todas formas, la oportunidad estaba garantizada y estaba lleno de confianza por lo que había aprendido la noche anterior. Esa noche, definitivamente, no iba a ser un mojigato, se prometió a sí mismo. No había lugar para la timidez y la modestia. Su mente estaba completamente enfocada en la sexualidad. Entonces, decididamente, empezó por desabrochar su propio pantalón.

—¿Te gusta este color para mí, Zayn? —le preguntó mientras se desabrochaba el saco—.¿Crees que parece cálido y sexy?

—Me parece bastante positivo. ¿Es de verdad o estás de broma? —respondió el Alfa mientras se levantaba un poco para quitarse los pantalones.

—Las dos cosas. Conduce a esto, lo que se supone que debe significar algo. ¿Te parece verdadero o no?

Mientras hablaba, Liam se había despojado de sus prendas exteriores y le mostraba lo que llevaba debajo. Zayn pasó la mirada por el liguero que rodeaba sus caderas y que sujetaba las medias, además de la braguita, un pequeño tanga rojo, de encaje y seda que apenas ocultaba la erección del Omega.

—Añade lujuria al cuerpo—dijo el Alfa secamente. Pero mientras tanto, sus piernas estaban de lo más activas. El ruido de los zapatos al caer al suelo era muestra de su agilidad. —Por otra parte —continuó—. Vamos a no equivocamos. Cualquiera puede jugar a vestirse provocativamente.

—Nadie en su sano juicio se molestaría en ponerse esto sólo para eso. Es demasiado incómodo —respondió el Omega saltándose una media—. Sólo tiene un propósito y es poner a tono a la gente. Eso es lo que me dijo la vendedora.

—¿Te hace ponerte a tono a ti? —le preguntó Zayn sarcásticamente mientras terminaba de librarse de los pantalones.

—Mmmm. La verdad es que me hace sentirme muy consciente de mí mismo, físicamente.

Recuperando a su AlfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora