capítulo 4

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Candy se sintió aliviada al saber que no se encontraría con Susana y Terry, así que tomó sus finos guantes de piel, y abrigándose bien, salieron del pequeño restaurante. Entraron al gran teatro por la puerta trasera, todo era un caos, había hileras interminables de vestuario y todos los actores esperando su turno para hacer su prueba.

-justo a tiempo Karen.

-disculpa la tardanza Robert, es solo que me entretuve con una vieja amiga, Candy te presento a nuestro director y maestro, Robert Hataway.

Tanto había leído Candy sobre él en el pasado, que no pudo evitar brindarle una gran sonrisa.

-mucho gusto señor, mi nombre es Candice White Andrey, pero llámeme Candy.

El hombre mayor, no pudo evitar quedar deslumbrado ante aquella belleza, al igual que muchos de los otros actores que prestaban atención al intercambio de palabras.

-ponte cómoda Candy, que la prueba de vestuario va a tardar demasiado-le indicó Robert.

-Gracias-finalizó la rubia. Colocó su abrigo y sombrero en un perchero, dejando al descubierto su figura bien proporcionada, cubierta con un hermoso vestido de fino satén color marfil, unos cuantos dedos debajo de la rodilla, de apariencia sencilla, pero que muchos de los ahí presentes encontraron estimulante, cosa contraria en las mujeres, que muchas de ellas no pudieron evitar sentir envidia al ver que cada prenda, desde los zapatos hasta el collar de perlas, gritaban opulencia, y por consecuente, altos precios que ellas no podían pagar.

Los más osados, conversaron con la hermosa rubia, descubriendo que a pesar de su apariencia, era una mujer de lo más sencilla y de buenos sentimientos. Llegó la hora de marcharse, prometiéndole a Karen qué pensaría en asistir a la obra.

El vecindario en el que se encontraban era de los más lujosos y exclusivos en todo Manhattan, el corazón de Susana latía apresuradamente, pensando que tal vez Terry la había llevado a ese lugar con la intención de que eligiera el lugar donde vivirían una vez casados. Repentinamente, se detuvo frente a una hermosa mansión victoriana, con grandes ventanas francesas que daban hacia el jardín.

-Anda que nos están esperando-dijo Terry ayudándola a bajar del auto, había llegado el momento de que Susana supiera toda la verdad.

-Pero ¿Quién nos espera?-preguntó la rubia mientras tomaba el brazo que le había ofrecido Terry, apoyándose a su vez en su bastón.

-espera y lo sabrás-Terry tocó a la puerta, para ser recibido por una anciana de mediana estatura, quien para desconcierto de Susana, lo saludó efusivamente.

-¡joven Terry! Hace mucho que no lo veíamos por aquí, pero ande pase que su madre lo espera-Susana abrió enormemente los ojos, ya que ella suponía que su madre debería de estar en Inglaterra, desempeñándose como una duquesa, papel que seguramente ella llevaría a cabo en un futuro.

Pasaron a la sala, bellamente decorada, pero cuál sería la sorpresa de Susana al ver en ella, interminables fotos de Eleanor Baker, actriz que fue la inspiración de Susana para convertirse en actriz. Desde sus inicios en la escuela de actuación, su sueño había sido conocer a la consolidada actriz, solo en contadas ocasiones la llegó a ver, en aquellos momentos, Eleanor solo le dirigía una sonrisa sin tener la oportunidad de charlar con ella, pero después de aquel accidente, en los breves instantes en que se encontraban Eleanor evitaba su mirada para dirigir su atención en otra dirección.

-¡Terry!-escuchó Susana a su espalda, mientras ella observaba una foto de la actriz en la época en que representó a Julieta-que alegría verte por aquí.

-Madre-fue el seco saludo de Terry-he venido porque quiero que conozcas a alguien.

Susana se giró para mirar de frente a Eleanor, su sonrisa quedó congelada al ver la hostilidad en la mirada de Eleanor.

La fuerza del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora