Capítulo 17

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Capítulo 17

—¿Y qué es lo que ha dicho el medico?—le preguntó Candy a Terry cuando se dirigían rumbo a casa de lady Sandstrom, después de haber dejado al resto en sus respectivas casas.

—Dijo que solo un milagro lograría que recordara la memoria—respondió Terry.

Candy agachó la mirada, apretando la falda de su vestido con ambas manos, le había dolido mucho el que Stear no la reconociera, no quería ni imaginar cómo se sentiría el resto de la familia al saberse desconocida, sobre todo su querida amiga Patty.

—Lo importante es que está vivo—murmuró Candy, mientras esquivaba la mirada inquisitiva de Terry.

—No te preocupes mi pequeña pecosa, estoy seguro que Stear recuperara la memoria—dijo Terry, a la vez que le besaba ambas manos, provocando el sonrojo de Candy, mientras esta dirigía una rápida mirada en dirección de Lucile, quien se encontraba aparentemente dormida.

—Hemos llegado—suspiró Candy, habían sido muchas emociones vividas ese día, así que se encontraba más que exhausta.

—Buena noche Terry—dijo Lucile dándole un maternal beso en la mejilla—espero que verte por aquí, ya que tenemos un pequeño regalo para ti.

Terminó de decir guiñando un ojo en dirección de Candy, mientras esta sonreía, seguramente Terry estaría feliz de volver a ver a su adorada Teodora.

—Así será Lucile—respondió intrigado Terry, pues pudo ver claramente las miradas de complicidad que se dirigían ambas mujeres—que descanses Lucile, y gracias por todo.

—No tienes nada que agradecer, se quedan en su casa, que yo estoy rendida.

Lucile se dirigió a su habitación, dejando a ambos jóvenes solos, sin poder evitarlo, un bostezo salió de la boca de Candy.

—Debes de estar agotada Candy—susurró Terry.

—Nada de eso, es solo que por hoy han sido muchas impresiones—respondió rápidamente Candy, mientras un sonrojo cubría todo su rostro.

—Entonces ¿a qué se debe toda esa ansiedad?—preguntó Terry, mientras la sentaba a su lado en el sofá.

Candy miraba distraídamente el fuego de la leña, mientras Terry la envolvía entere sus brazos, acariciando dulcemente sus largos rizos.

—Es solo que temo que… mañana al despertar, resulte que solo fue un bonito sueño el saber que Stear estaba vivo, pero sobre todo, el que no estés a mi lado.

—Permaneceré a tu lado tanto tiempo como tú desees mi dulce pecosa—dijo tiernamente Terry, mientras tomaba delicadamente el rostro de su amada, depositando un beso en sus labios.

—Siempre, te querré siempre—exclamó Candy, abrazándolo por el cuello.

—A propósito, tengo algo para ti—dijo Terry después de un rato, extendiéndole un sobre sin remitente, apresurándose a decir—es de Susana, cuando hablé con ella para romper nuestro compromiso, me dio esta carta para ti… y me pidió que te dijera que esperaba algún día la perdonaras por su egoísmo. No estás obligada a leerla.

Candy aspiró aire, dejándolo escapar ruidosamente, mientras que con manos temblorosas tomaba aquel sobre, abriéndolo lentamente.

Nueva York, 26 de abril de 1919

Querida Candy:

Que raras deben sonarte esas palabras viniendo de mí, no sabes lo apenada e inmensamente triste que me hace sentir el haberte alejado de Terry. Ahora entiendo que fue un capricho y una niñería el haber pedido que Terry se quedara a mi lado, pues nadie te arrebata aquello que nunca fue tuyo, y eso fue precisamente lo que hice, arrebatare a Terry aun sabiendo el gran amor que te profesaba.

La fuerza del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora