Capítulo 19
Más tarde cuando se tranquilizó la respiración de Terry, se quedaron acostados, descansando. Candy envuelta en los varoniles brazos, con la cabeza recostada en su hombro, se fue quedando dormida lentamente. Los primeros rayos del sol empezaban a filtrarse por la ventana, perezosamente, abrió los pesados parpados mientras estiraba ligeramente su cuerpo y contenía un bostezo.
Repentinamente, lo sucedido la noche anterior bombardeó su mente, provocando que abriera enormemente los ojos, lentamente, giró su cuerpo y vio a Terry quien la contemplaba embelesado. Ya se había bañado y afeitado y se había puesto una bata color azul oscuro, mientras ella estaba… dándose cuenta de cómo estaba, se envolvió en las sabanas, sonrojándose intensamente ante la risa burlona de su amado.
—No tengas pena Candy—dijo Terry acercándose lentamente a su amada, mientras la envolvía dulcemente entre sus brazos, besando dulcemente su coronilla, provocando que la piel de Candy se erizara ante ese ligero contacto.
—¿Sabes? Soy la mujer más feliz del mundo, que tengo ganas de gritar—dijo emocionada Candy. Mientras Terry reía estrepitosamente.
—Eso me agradaría escucharlo…—murmuró Terry peligrosamente cerca de su boca, mientras su aliento rozaba los sonrosados labios de Candy, quien respiraba agitadamente, un calor recorría todo su cuerpo; con dedos temblorosos acariciaba el rostro recién rasurado de Terry, saboreando cada instante, antes de besarlo, repentinamente un llamado a la puerta, rompió con aquella burbuja cargada de sensualidad.
—Diga—dijo Terry con voz ronca, mientras el corazón de Candy antes latiendo apresuradamente debido a la excitación, ahora latía nervioso, mientras miraba preocupada a Terry.
—Disculpe señor—se escuchó al otro lado de la puerta la voz del mayordomo—el señor Andrey lo busca.
Ambos chicos se miraron sorprendidos, mientras Terry le indicaba con las manos a Candy que se tranquilizara.
—Gracias John, dígale que enseguida me reúno con él—respondió Terry.
—Si señor—fue lo último que escucharon.
—¿Y ahora que haremos?—preguntó nerviosa Candy.
—No te preocupes, saldré yo primero para revisar que no haya ninguna mucama cerca y vendré por ti.
—Muy bien—dijo Candy.
Rápidamente, Candy se vistió mientras se encontraba poniéndose la bata, Terry abrió la puerta de su habitación haciéndole señas a Candy para que saliera. El camino de la habitación de Terry a la que le habían asignado le pareció interminable, nunca pensó que aquella mansión fuera tan grande.
Terry se detuvo en una habitación, abriendo la puerta para que Candy entrara.
—En unos momentos enviaré a la mucama para que venga a despertarte—dijo Terry guiñándole un ojo—así que tarda en abrir.
Le dio un fugaz beso en los labios, e inmediatamente Candy se escabulló dentro de aquella habitación. Suspirando, se dirigió a la enorme cama, mientras veía las hermosas cortinas rosadas que colgaban del dosel. Pasaron cerca de diez minutos cuando un ligero toque a su puerta la sacó de su ensoñación. Tardó en responder, pues se suponía que estaba dormida.
—Adelante—dijo después de un rato.
—Buen día señorita—dijo una mujer bastante mayor—el señor me ha enviado con su ropa. Y ha dicho que la espera en la mesa para desayunar.
—Gracias, en unos minutos más bajaré—respondió Candy con una gran sonrisa.
La señora acostumbrada a una rutina de años interminables al servicio de muchas señoritas de sociedad, se sorprendió ante la amabilidad de la invitada del heredero del ducado de Grandchester, así que se dirigió al cuarto de baño a prepararlo, cuando una mano la detuvo al ver su intención.
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La fuerza del destino
FanfictionUna amistad diferente nos llevará de la mano a reunir a nuestra pareja favorita "solo el tiempo es capaz de ayudar y entender a un gran amor, las personas fuertes, crean sus acontecimientos; las débiles, sufren lo que les impone el destino" Los pers...