Capítulo 3: El inicio de todo

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Salieron del lugar apenas los dos chicos se fueron por el timbre, no les pasaría nada si no iban a la primera hora, casi nunca faltaban y por la cara de Tweek, Leo y Pip sabían que su amigo estaba en serios problemas pues no sabía cómo arreglar esa situación.

-Tranquilo amigo Tweek, necesitas primero respirar. -Le decía Pip sobando su espalda mientras nuevamente el teléfono de Tweek había sonado. -No contestes, no es necesario que lo hagas.

-Pip tiene razón, mejor vámonos a clases y ya en la noche con todo el día que lo hayas pensado tomas la mejor decisión, total, hoy no hay ensayo. -Butters intentaba hacer sentir mejor a su amigo y Tweek lo agradecía, pero no sabía exactamente como hacer que las cosas salieran a su favor en esos momentos.

Las clases y la cafetería fueron extremadamente pesadas, no había contestado el teléfono de Craig y sabía que tenía un mensaje de él, sin embargo, no quería ni podía darse el lujo de contestar ese maldito teléfono, su mente le decía una y otra vez que era una mala idea.

En la noche después de su turno en el café, camino tranquilo hasta que llegó al parque cerca de su casa, sentándose en la noche para tranquilizar su corazón, hoy no había ensayos ni conciertos, por lo que podía descansar más que otros días y poner en orden sus pensamientos.

Y se hubiera metido de lleno a su cerebro como le aconsejó Butters, si no es que un maullido lo asustó, dándose cuenta que un hermoso gato negro de ojos verdes lo observaba fijamente, con una cara de pocos amigos, pero sin hacerle nada.

- ¡Ack! ¿Qué ha-haces aquí? -Preguntó el rubio al gato que solo se le quedaba viendo y se restregaba en el cuerpo del chico, ronroneando en busca de cariño. -Vaya, eres muy dócil.

Tweek amaba a los animales, incluso en su casa había tenido un perico y ahora tenía un cuyo amarillo que se llamaba Wonder y era igual de hiperactivo que él.

El rubio empezó a acariciar al animal y después volteo a ver al cielo, suspirando sin saber exactamente qué hacer con su vida y si debía responderle el mensaje o no al chico de sus sueños, puesto que era consciente que lo que había pasado en la madrugada no significaría nada en un par de días, una semana tal vez.

- ¿Qué hago gatito? -Tweek se sentía ridículo al preguntarle a ese gato que, ahora que lo pensaba le recordaba a su crush. - ¿Debería contestarle el mensaje?

Tal vez estaba demasiado ansioso, tal vez su conciencia lo traicionó por un momento o tal vez y solo tal vez estaba ya completamente loco y no le quedaba cordura en su cerebro, pero CLARAMENTE había visto al gatito asentir a su pregunta, como si lo entendiera.

Eso lo hubiera asustado en su sano juicio, sin embargo, era la señal que estaba buscando para desbloquear su celular y empezar a escribir.

Casi se le pará el corazón de la emoción al rubio que no pudo seguir más y empezó a ponerse rojo de la excitación y de la emoción en el mismísimo parque

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Casi se le pará el corazón de la emoción al rubio que no pudo seguir más y empezó a ponerse rojo de la excitación y de la emoción en el mismísimo parque. Estaba mal lo que estaba haciendo, pero se había sentido tan bien que era muy difícil pensar claramente nuevamente.

Al ritmo de la melodíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora