21 - Herederos

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El sol estaba por ocultarse, aunque aún iluminaba el cielo entre finos colores morados y naranjas, a lo lejos se escuchaban las voces de varias personas, quienes eran los que se hospedaban en el hotel

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El sol estaba por ocultarse, aunque aún iluminaba el cielo entre finos colores morados y naranjas, a lo lejos se escuchaban las voces de varias personas, quienes eran los que se hospedaban en el hotel. Aunque no podía salir de la habitación por ahora, estaba sentado en uno de los cómodos sillones del balcón, disfrutando del aire fresco y de la poca vista que tenía.

Sí, con eso le bastaba para sentirse bien.

Nunca había experimentado la tranquilidad de no sentirse encerrado en aquella casa.

Podía entender las acciones de Minho ante la idea de encerrarlo y protegerlo demasiado, en serio lo entendía, pero aun así anhelaba tanto tener un poco de libertad. Aunque fuese una poca.

Un sutil sonrisa se dibujó en sus labios, se levantó de aquel asiento y caminó al interior de la habitación para observar por el rabillo del ojo, aquel objeto que se encontraba encima de uno de los muebles. Tomó con su mano aquella prueba y la tiró a la basura después de volver a comprobar sus sospechas.

Estaba extrañamente aliviado, no quería tener una familia, no ahora. Gracias a la suerte del momento, no había quedado en cinta, pudo quitarse un peso en encima con eso, había aprovechado que Minho no estaba para saciar sus sospechas, aunque ahora solamente le quedaba una notable intriga de por qué no había quedado en cinta.

Aun así, no le dio tantas vueltas al asunto y dejó de pensar en ello.

Hasta ahora no había recibido noticias del moreno, no sabía en dónde estaba, ni siquiera sabía si saldría con vida de allí.

Sin embargo, después de que pasaron algunas horas, el fuerte aroma de su alfa se hizo notar, pero no de una manera agradable. Se dio cuenta, estaba enojado, no, estaba más que enojado y eso no era bueno, porque eso significaba que algo malo había pasado.

Salió por la puerta de la habitación y enseguida observó al alfa, quien caminaba sin siquiera desviar la mirada de enfrente. Lo que llamó su atención, fue que detrás de él, aparte de que venían los hombres que se llevó, había una chica que los seguía entre todos ellos.

Cierta curiosidad despertó en él, no es que pensará otra cosa, pero, ¿quién era ella y por qué se veía tan mal? Como era de esperarse, pasaron de largo y entraron a otra habitación en la planta baja de la habitación en donde estaba él.

Claramente se mordió la lengua y se adentró en su habitación, cuando Minho terminara lo que sea que iba a hacer, entonces le podría preguntar que estaba pasando.

El alfa, como era de esperarse, no estaba tranquilo con la situación, segundos después de haber entrado a la habitación, le había ordenado a sus hombres que revisaran a la chica. Y sí, por revisar se refería a que tenía que asegurarse de que los idiotas de su familia no le hubiera puesto una cámara o micrófono.

Por lo tanto, lo que se escuchaba en aquella habitación eran gritos de la pobre mujer, tratando de quitarse a los hombres de encima, pensando que tal vez, recibiría algo que peor de lo que su familia ya le había hecho. Se sabía como era esto, era cuestión de poder, ninguno era bueno, todos eran el malo, y ella, por ser omega y mujer, era sólo un utensilio.

Casado con la mafia - Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora