Epílogo

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Sus pies se sentían fríos, sus manos se aferraban con fuerza a la sabana que cubría su cuerpo

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Sus pies se sentían fríos, sus manos se aferraban con fuerza a la sabana que cubría su cuerpo. Estaba durmiendo plácidamente, pero entonces, los leves murmullos de personas hablando le hicieron querer despertarse.

Cuando abrió sus ojos, su vista se tornó borrosa al despertar de un momento a otro.

Su cabeza zumbó debido al punto de luz en su habitación que casi lo cegó, frunció el ceño y se impulsó para poder levantarse un poco de aquella cama.

Conocía esa habitación.

Esa habitación era suya, pero ¿qué hacía en su casa? Apenas ayer por la noche se llevó a cabo la boda que sus padres y los padres de Minho le obligaron a aceptar.

No debería estar en su casa, debería estar en la casa de aquel alfa, porque se supone que ahora viviría con él.

Estando confundido y con muchas preguntas, se levantó lentamente de la cama, su cuerpo se sentía adolorido y traía puesto su pijama. Por alguna extraña razón no podía recordar cómo había llegado a su casa, o lo que había pasado después de la ceremonia de bodas. No lograba recordar mucho.

Lo último que reflejaba era ambas siluetas ante el altar, próximos a comprometerse por la fuerza.

Su estómago se revolvió a recordar eso, ahora estaba atado a Minho para toda su vida. Y él no quería eso.

Aunque estuviera descalzo, bajó las escaleras de la casa, las cuales daban a la planta baja para poder llegar a la sala. Escuchaba la voz de sus padres, estaban hablando con alguien más. Justo cuando estuvo por cruzar la puerta que los separaba, escuchó aquella voz.

— Lo cuidaré, les doy mi palabra — esa era la voz de Minho. — Incluso si él no quiere ir conmigo, estoy dispuesto a dejar que se quede con ustedes, pero vendré a verlo casi todos los días, quiero estar con él.

— Eso es algo que Jisung debe decidir — su madre habló. — No queremos volver a obligarlo.

Minho asintió, entonces, percibió el aroma tan peculiar del omega, su nariz picó y quiso levantarse de su lugar para ir por él. Pero el omega pareció adelantarse y caminó dentro de aquella sala.

Los ojos del omega se conectaron con los del alfa, quien estaba sobre uno de los sillones frente a sus padres. Su corazón dolió y luego, una fuerte punzada se sintió sobre su cuello y hombro derecho. Con algo de dolor llevó su mano a esta zona y abrió los ojos al sentir aquella marca en su cuello.

Minho bajó la mirada un poco apenado.

— Jisung, que bueno que despiertas — su madre habló, sintiéndose un poco ansiosa. El omega quería decir algo, pero las palabras no salían de su boca. — Ven, siéntate aquí. El joven Minho tiene algo que decirte.

Entonces, cuando su madre tomó su mano para atraerlo hasta el sofá, fue cuando reaccionó y separó su mano de ella.

— ¡¿Por qué diablos tengo una marca en mi cuello?! ¿Cuándo fue? ¡¿Cómo pasó?! — cuestionó alterado, principalmente porque no recordaba lo que pasó ayer en su boda.

Casado con la mafia - Minsung Donde viven las historias. Descúbrelo ahora