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Las personas se caracterizan no solo por su apariencia, el rol de sus valores juega mucho

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Las personas se caracterizan no solo por su apariencia, el rol de sus valores juega mucho. La personalidad se va desarrollando con el pasar de los años, pero también es cierto que nacemos con rasgos que nunca se despegan de nosotros. Como nos desarrollemos es nuestra forma de afrontar el mundo, nuestro entorno, creando nuestra propia identidad.

En el caso de Aziraphale, siempre ha sido un chico llevado por la calma, alguien tranquilo que se dedica a su propio mundo, bondadoso, amable, tal vez y un poco bastardo para su apariencia. Él tenía una más en su lista, la paciencia, y el día de hoy la estaba poniendo en juego.

Este día se le sumaba una complicada tarea. Además de su ya rutinario trabajo, justo ese día la biblioteca sería visitada por un jardín de niños llamada "Edén". Era uno de los mejores jardines de la ciudad y en dos días tendrían un gran concurso de cuentos, era ese el porqué de la visita.

Las ordenes de Uriel fueron directas y concisas: "Cualquier daño en la biblioteca, libro, o algún descuido con los niños, recaerá en ti".

Lo bueno era que, en una parte de la biblioteca, existía una zona exclusiva para niños la cual tenía infinidad de cuentos y libros para colorear; estaba más que agradecido de haber repuesto los cajones con nuevas crayolas y múltiples lápices de colores en los cajones de las estanterías días previos.

Era la primera vez que lidiaba con niños. Nunca pensó que su trabajo requeriría de algún tipo de conocimientos de cómo congeniar con niños de no más de seis años, pero ahí estaba él, leyéndoles un cuento a un pequeño grupo en busca de inspiración para un concurso.
También estaba en su ayuda la maestra a cargo del grupo, quien repartía a los niños los útiles que ocuparan, además de que trataba de mantenerlos lo más tranquilos posible en sus respectivos lugares, aunque era imposible, algunos niños eran tan escurridizos que se salían de la zona infantil y realizaban un sin fin de travesuras.

La hora de su descanso ya había llegado hacía varios minutos, Crowley, como ya era costumbre, fue con él para pasar juntos su descanso, pero observando bien la situación de su trabajo, decidió esperarlo paciente en una de las estaciones cercanas. En palabras del pelirrojo, odiaba el revoltijo y el ruido excesivo que causaban los niños.

Ordenando unos libros tirados por unos niños, sintió una mano pesada posarse en su hombro derecho, al girarse, sintió su alma escaparse de su cuerpo. Era una gran sorpresa ver de quién se trataba.

—S-señor Archangel —pronunció nervioso.
—Por favor, llámame Gabriel —sonrió.

Cabello castaño, lacio y corto, con una pequeña ondulación tirando para su derecha, ojos de un hipnotizante color verde, barba recién brotando. Iba vestido de manera muy impecable, suéter de cuello alto, un abrigo, una bufanda, pantalón y zapatos de vestir; a excepción de los zapatos, su ropa combinaba, yendo de tonos blancos a grises.

—Me gustaría hablar sobre tu desempeño de estos días.

Aziraphale parpadeó incontables veces repasando las palabras lanzadas, era más que una correntada de nervios el cual recorría por su columna vertebral, o el agujero que ahora sentía en el estómago, tenía miedo, después de todo, Gabriel Archangel era su jefe, el mismo que lo inscribió en su nuevo trabajo y dueño de la librería, biblioteca "Heaven".

𝙴𝙽𝚃𝚁𝙴𝚃𝙴𝙽 𝙼𝙸 𝙵𝙴 | 𝘎𝘰𝘰𝘥 𝘖𝘮𝘦𝘯𝘴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora