En la vida, muchas veces nos sentimos abrumados, tenemos problemas internos y externos. Entre haber perdido partes de ellos mismos, cada uno buscará su forma de sobresalir en sus problemas sosteniéndose a lo que ellos tienen de significado fe.
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Después de estacionar su elegante y cuidado Bentley en la cochera del local, Crowley abrió la puerta principal e ingresó. Dejando de lado su mochila, comenzó a ordenar y limpiar todo el desastre del día anterior.
El sonar de una pequeña campana retumbó en el lugar.
—No pensé que vendrías tan temprano —habló una voz delicada. —Ayer no tuve tiempo para limpiar, así que pensé que podría hacerlo hoy antes de abrir el local. —Que considerado eres —sonrió.
Ariel, su jefa y dueña del local, era una mujer de avanzada edad, cabellos castaños y canosos, ojos marrones y una sonrisa que deslumbra. Siempre tan amable y cariñosa con los demás, incluso con Crowley.
Aún recuerda el primer día que llegó a la florería "Lycoris" en busca de oportunidades en base a sus estudios; la botánica. Es de más decir que ama las plantas, flores y cualquier categoría que las abarque, desde simples flores decorativas a sanadoras, incluso venenosas. Ese potencial lo vio Ariel desde el primer día que lo puso aprueba.
Toda flor marchita que pasa por manos de Crowley revive el doble de hermosa y colorida en solo unos días.
Con todo el tiempo que pasó trabajando en la florería, se ganó un mejor puesto y la confianza de Ariel, tanto para darle un duplicado de las llaves del local. Y el día de hoy le tenía una sorpresa.
—Veo que cada día todo va en mejora aquí, pero he decidido darte una mano con eso. —¿A qué se refiere? —alzó una ceja. —El día de hoy serás un guía para un nuevo empleado.
Tenía amigos, claro, los tenía. Eran los mejores. Pero en términos más personales, ama mucho su soledad. Desde que pasó a trabajar solo en la florería, estaba en paz. Nunca hubo más empleados, estaba muy agradecido por eso, como también que sus lentes en ese momento oculten su molestia respecto a lo dicho por su jefa.
—Ponlo aprueba, será tu alumno. —Sin más que decir, salió del local.
Crowley solo se quedó admirando unos pequeños lirios, le daba unos días para brotar y enseñar sus hermosos pétalos.
Será un día pesado.
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