Capitulo 4

2.5K 219 10
                                    

Alisson

Curioso.

Curioso el simple hecho que... ¡DESPERTÉ ES UNA HABITACIÓN QUE NO CONOZCO!!!

Bueno... no me preocupo del todo, he despertado en millones de habitaciones diferendo en estos últimos tres años que casi no me preocupo, pero ahora no había un hombre de mi lado, si no un suero.

¡UN MALDITO SUEROOO!!!!

Cómo flashback recordé todo.

Me senté rápido en la cama sintiendo el fuerte mareo, uno grande. Tratando de recuperar la postura vi mi estado, en una cama muy grande con sábanas negras al igual que la colcha, mi mano derecha con un suero y mi otra mano con un estabilizador, vestida un pijama de satín color rosa palo y cuando moví mi pierna sentí la presencia de muchas vendas y un punzante dolor de esta.

Okey, me habían curado y me habían dado una habitación como cárcel.

Nada mal.

Pero no estaba para quedarme.

Con mi mano derecha me quité el estabilizador sintiendo un punzante dolor en la parte de mi hombro, de mi salió un quejido de dolor. Con mi mano ya libre, me quité el suero de manera rápida haciendo que calleran gotas de sangre sobre la colcha.

Me acerqué a la orilla de la cama y al tratar de levantarme, caí de culo al suelo haciendo que mi pierna ardiera y soltara un grito de dolor.

Al instante que lo solté se abrieron las puertas de la habitación dando entrada al tipo del Porsche blanco, el jefe.

—Princesa...— murmuró acercándose a mí rápido.

Yo por instinto me arrastre por el piso para que no me tocara.

—¡No me toques!

El tipo ante mi reacción se enderezó y me observaba desde su gran altura. Tenía una mirada fría y oscura. Pero eso a mí no me inmutó ni lo más mínimo.

—Te vas a hacer daño.— dijo serio y con autoridad.

—No me importa y no debería importarte a ti, que tú mismo me los causaste.

Con ambas manos traté de levantarme con ayuda de un sillón que se encontraba en la habitación.

Al estar levantada recargué todo mi peso en mi pierna derecha, me tome mi brazo izquierdo para tomarlo con fuerza, ya que al tratar de levantarme lo había lastimado.

Hice una perfecta mueca de dolor que salió de la nada y el tipo me miró con preocupación.

—Recuéstate.— ordeno.

—No.

—No te estoy preguntando, te estoy ordenando.— su mirada era fría y llegó a darme miedo por un segundo.

—No me importa, no respondo órdenes de un hijo de puta como tú.— ataque a la defensiva.

El tipo frunció el ceño y sus ojos se volvieron oscuro.

—Princesa estás colmando mi paciencia...

—Y tú la mía.

El hijo de puta se acercó rápido hacia mí y yo retrocedí rápido golpeando toda mi espalda contra la pared. Haciendo que me lastimara gran parte de mis heridas.

En garras de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora