Capítulo 9

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Ray

¿Estaba enojado?

Si, no solo eso furioso.

Alisson se había tomado el tiempo de en cuanto salió de mi casa irse a quedar de ver con un idiota para coger.

Hija de...

No.

No la ofenderé, como ella me lo hace a mi.

Paz, paz, y mucha paz.

Si eso.

¿Cómo me enteré?

Pues resulta que le encargué a mi mejor amigo y buen guardaespaldas de confianza su vida, literalmente todo de ella.

Le pedí que tuviera rastreado su celular al igual que el rastreador, tiene todas sus cuentas en la palma de su mano.

Mi buen amigo me avisó que Allison se había quedado de ver con este tipo en uno de mis muchos hotel aquí en Moscú. Lo más curioso de todo es que yo había corrido a ese hotel para descansar y no sentirme tan solo después de dejarla ir.

¿Qué curiosa coincidencia, no?

Bueno en fin, alcancé justo a tiempo en alcanzarla y ponerle un buen golpe a ese idiota que se la iba a coger.

Su habitación quedaba justo enfrente de la mía, nuevamente. La dejé que sufriera un poco por su travesura y decidí ir a verla después de tres horas.

Toque a la puerta y nada. Toque nuevamente y nada.

¿Y si se suicido?

Sin pensarlo dos veces puse la llave extra que me dieron en recepción para abrir la puerta y la vi tirada en el sillón con la cabeza colgando y una botella en la mano.

Increíble se puso borracha.

Ahora me arrepiento de pensar que iba a sufrir, estaba más loca que nada esa idea.

Me acerqué rápido a ella y le quité la botella de la mano.

—¿Alisson tomaste?— le pregunté serio, pero era claro que si.

—Si.— dijo entre risas.

—¿Por qué?

—Por qué quiero y puedo— volvió a reír y pude oler su aliento embriagador de alcohol.

Frunci el ceño y me le quedé mirando. Aparentemente estaba alucinando. Ni idea de que alucinaba...

La mire por un buen rato mientras su mirada estaba ida y sus ojos estaban hinchados por el alcohol, pero aún así seguían bonitos, no solo bonitos si no hermosos.

Pero el hermoso momento se acabó cuando ella se inclinó hacia mí y vomitó toda mi camisa blanca. La dejé qué vomitara todo mientras le tomaba el cabello con mis manos.

—Perdón...— dijo al terminar viendo mi camisa.

—No hay problema princesa, me lo merezco.

Me levanté del suelo frío y fui directo al baño, me quité la camisa llena de vómito y la tiré a la basura, eso ya no era nada.

Regrese con ella y me incliné para acomodarla y poderla cargar en mis brazos, mientras la llevaba a la ducha ella tocaba mis pectorales y se reía al mismo tiempo que se sonrojaba, era muy bonita.

La senté en la taza el baño y me le quedé mirando.

¿Ella se quita la ropa o yo la ayudaba?

¡Nunca había estado en esta situación!

Siempre que estaba con una chica era directo a la cama, pero nunca esto me había pasado.

En garras de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora